Un hilo invisible, pero irrompible, une a las localidad marinera de Candás con otras como Luanco, Puerto de Vega, Lastres y también Luarca. Se trata de la tradición conservera, que va más allá de un simple oficio: comporta una cultura, unas manifestaciones artísticas y una forma de ver el mundo común. Ayer, Candás y Luarca sellaron este nexo de unión al descubrir una placa en la misma cofradía de pescadores, mirando al mar, que recoge palabras de hermanamiento.

"Esta iniciativa pretende ser un homenaje a los hombres y mujeres de las fábricas de conservas, que acaba siendo un reconocimiento a todo lo que tiene que ver con la mar. En estas localidades todo acaba girando en torno a este campo", apunta Tito Aramendi, presidente de la asociación cultural Candás Marinero. La capital de Carreño comenzó en 2013 a tender lazos de unión con distintas villas marineras de la región, y este año es el turno de Luarca. "La idea es hacer una mancomunidad con todos los pueblos con los que nos estamos hermanando", dice Aramendi.

De modo que la visita que cursaron los valdesanos hace apenas dos meses fue devuelta en la tarde de ayer. Una unión que, además de dejar huella en forma de placa, quedó patente en el plano musical, con la actuación conjunta de los coros "Villa Blanca", de Luarca, y "La Bodega" de Candás. En común, una gran parte del repertorio, lleno de canciones que evocan al mar y sus gentes.

El teniente de alcalde de Carreño, José Gabriel Rodríguez, remarcó que "es mucho más lo que nos une que lo que nos separa". "Hay que acordarse mucho de los orígenes, y tenerlos muy presentes", apuntó, desvelando que sus antepasados fueron pescadores y gentes de la mar.

Un caso similar al del alcalde de Valdés, Simón Guardado, cuyo padre también era pescador. "Todas estas cosas ayudan a recordar, a tener presente la importancia del sector y a recordar también las tragedias que suceden en el mar", incidió el dirigente valdesano".