"Es una máquina y muy competitivo", dice Richard Lezama del castropolense Daniel Lastra, al que invitó a representar a España en el XIV Campeonato del mundo de cercados eléctricos, celebrado hace unos días en la localidad alemana de Laudenbach. Es la segunda vez que Lastra, afincado en Tapia, participa en esta cita bienal, convertido en el primer representante español que se suma a esta singular competición. Con todo, dejó el listón bien alto, ya que en la prueba de 2015 logró el séptimo puesto y en la de este año escaló posiciones hasta un meritorio quinto puesto de un total de doce participantes.

No solo fue el único español en la cita, sino que es el único que acudió sin más preparación previa que la del trabajo diario. No en vano, Lastra tiene una empresa que, entre otros quehaceres, se ocupa del vallado de fincas agrícolas. Y es que, en el resto de países participantes, existen campeonatos nacionales de cercados y, en el caso concreto de Nueva Zelanda, hay hasta una liga y una federación de montaje de cercas. "Los demás saben perfectamente lo que tienen que hacer porque están de competir, y nosotros vamos con un montón de anotaciones para no saltarnos ningún requisito. Eso es un hándicap", reconoce Lezama, que ejerce como seleccionador de los participantes españoles y que desde el primer momento pensó en Lastra.

La competición consiste en montar 40 metros lineales de valla con una puerta metálica incluida. Es una prueba "muy técnica" donde se valoran detalles como la elaboración correcta de los nudos para fijar el alambre o la inclinación de los postes con respecto al terreno.

Se impuso el participante austriaco que logró 182 puntos de 200. Lastra, por su parte, sumó 176, siete más que en 2015. El tiempo juega un papel clave en la prueba ya que, cuando termina el primero, cada minuto que pierde cada competidor en relación al ganador supone medio punto de descuento.

Lastra terminó la faena en unas dos horas y reconoce que, pese a que le gusta el trabajo, lo pasó mal por las condiciones meteorológicas: "Estábamos a casi 40º, hubo un momento que pensé que la palmaba", bromea. Además, sufrió con la dureza del alambre elegido por la organización, que le provocó lesiones en las manos de las que tardó varios días en recuperarse.

"A ver si sacamos podio para la próxima", augura Lezama, que a buen seguro volverá a confiar en el castropolense para la cita de 2019.