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Las restauradoras del retablo de Salave alaban su buen estado: "No suelen dar estas sorpresas"

Después de tres meses de labor, la pieza barroca recupera su policromía original y deja ver la calidad de la talla y del trabajo del oro

Las restauradoras Laura Rodríguez, Marta Luisa Corrada y Mónica Ruiz, ayer, junto al retablo. TANIA CASCUDO

"No lo esperábamos porque los retablos no suelen dar estas sorpresas", señala la arqueóloga y restauradora Marta Luisa Corrada de la restauración efectuada en el retablo mayor de la iglesia de Santa María, de la parroquia tapiega de Campos y Salave. A Corrada y a su equipo les ha sorprendido el "muy buen estado" de conservación de la policromía original, la calidad de la talla de la madera y del trabajo del oro, así como la "decoración singular" que presentas algunos fondos.

"Parece otra pieza totalmente distinta, no hay nada que tenga el mismo color de antes", añade la responsable de este proyecto, en el que también han participado las restauradoras Laura Rodríguez y Mónica Cruz. Las tres, junto a dos especialistas en montaje de retablos, ultimaron ayer la colocación de la estructura. Se pone así fin a tres meses "de duro trabajo", pero satisfactorio.

La parroquia decidió contratar el trabajo el pasado mayo ante el "serio riesgo" de derrumbe que presentaba la pieza, que las profesionales datan en la época barroca, concretamente entre finales del XVII y principios del XVIII. Aunque el trabajo de campo ha finalizado, siguen adelante con la investigación para tratar de dar con el posible autor de la obra.

Aunque el retablo fue desmontado en mayo, el equipo de restauración ha contado con dos meses escasos de trabajo, ya que primeramente la pieza estuvo en un tratamiento de desinsectación para hacer frente a un "ataque severo de carcoma". "Hubo días de diez y doce horas. Es complejo porque los repintes no se quitan bien", añade Corrada.

La estructura está ahora en perfecto estado de revista, bien asentada y segura para durar muchos años. Eso, si se respetan las normas: "No se puede limpiar con balletas o productos corrosivos, pues se dañaría el oro original; solo se debe usar un plumero", apunta Corrada, que también recomienda prohibir la colocación de flores o velas en la estructura. "Cuanto menos se toque, mejor", zanja.

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