Ángela Rodríguez conoció el día grande de las fiestas de Nuestra Señora del Rosario de Luarca hace siete años. Entonces debutó en la jornada como miembro de la banda de música "La Lira". Ayer repitió escenario y protagonismo.

"Toco este día y en esta banda desde hace siete años y es un momento especial. Para los vecinos de Valdés, es único", dijo la joven (tiene 19 años), mientras ponía a su hermana el típico pañuelo. Ése rojo que recuerda que son las fiestas del Rosario y que todos los pescadores y sus familias están de fiesta.

La capital de Valdés madrugó ayer para recibir a la imagen de la Virgen. La procesión marítima se organiza en función de las mareas y este año tocó jornada matutina. La misa empezó puntual a las doce del mediodía. Casi era la una de la tarde cuando la imagen salió del templo para recorrer el paseo del Muelle y llegar al embarcadero, cerca del Muelle Nuevo. Tardó media hora. Allí, esperaba el barco "Mundaka", el que lleva a la talla durante el "saleo". Muchas personas se agolparon entonces en las escaleras más cercanas a la embarcación para poder viajar con la imagen religiosa en un día tan señalado. "No pudo ser", dijo entre triste e irónica María Martínez, una ovetense incapaz de subir al "Mundaka".

El barco que preside la procesión colgó el lleno en poco tiempo. A su lado, viajaron otras embarcaciones con centenares de romeros que no perdieron la vista a la Virgen, siempre en la proa y siempre mirando al frente. Todos querían ver de cerca la ofrenda floral a los marineros fallecidos.

La aventura en el agua fue ayer tranquila. El Cantábrico estaba en calma y el tiempo respetó la jornada del Rosario de Luarca. No llovió en toda la mañana y las nubes más negras se disiparon a medida que la jornada avanzaba.

La pareja formada por la luarquesa Belén Martínez y el gallego Alejandro Navarro esperó en tierra la vuelta de la Virgen. "También es bonito ver la entrada desde la villa", dijo la primera. Aprovecharon para hacerse un "selfie" justo cuando las embarcaciones hacían su entrada en el puerto. Después, se sumaron a la romería que se organizó en el paseo del Muelle. "Lo mejor de este día es este ambientazo", opinó el gallego.

Para las familias marineras y luarquesas, no hay un día más emotivo en todo el año. Algunos son más de San Timoteo, pero el "saleo" se celebra en aguas de Luarca y recuerda una tradición marinera de siglos. Elena González "saleaba" con sus padres de niña. Hoy lleva a su hijo y a sus sobrinos a ver similar escena. "Queremos que nuestros hijos conozcan las tradiciones de Luarca", dijo.

Al acto acudieron multitud de niños. La luarquesa Carmen Fernández, con meses de vida, se estrenó en esta cita marinera. Vio pasar a la Virgen por el Muelle y, en brazos de su madre, Lilian Mielgo, vivió por primera vez un Rosario. El primero de muchos, seguro, como fiel luarquesa.