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La abuela de Belmonte cosió sus últimos días

María Sagrario Fernández, fallecida a los 106 años, se ganó el cariño de sus vecinos por su carácter afable y su eterna sonrisa

María Sagrario Fernández, en 2016, en el homenaje que le realizó el Ayuntamiento de Belmonte. REPRODUCCIÓN DE S. ARIAS

Cosiendo y cosiendo. Así pasó la vida, hasta sus últimos días, María Sagrario Fernández Menéndez, vecina de Belmonte de Miranda, que falleció el pasado martes a los 106 años.

Una centenaria conocida y muy querida en el concejo por su carácter afable, siempre con una sonrisa dibujada en la cara, y dispuesta a ayudar a sus vecinos en cualquier menester. Una vitalidad que demostró hasta su último día y que la convirtió en la persona más anciana del municipio.

Fernández nació en la localidad de Cutiellos en mayo de 1911, el mismo año que se botó el "Titanic" y que Marie Curie obtuvo el premio Nobel de Química. Fue la penúltima de seis hermanos, el pequeño murió en la Guerra Civil y eso cambió los planes de vida de María Sagrario, quien se quedó al frente de la casa familiar ya que todos sus hermanos mayores habían emigrado a Argentina en busca de un futuro mejor.

En la casa familiar de Cutiellos pasó toda su vida, donde ayudaba en las labores del campo. Dicen sus allegados que hasta los ochenta años ayudó en época de siega guadaña en mano. Huerta y ganado que compaginó con suprofesión de modista. Fue en Moutas (Grado) donde aprendió el uso de la aguja y el alfiler y ya no lo dejó nunca. Siempre con las labores en las manos. Y así hasta sus últimos días.

Se casó ya con cierta edad, a los 30 años con Falo, vecino del pueblo, que bien tardó en fijarse en la joya de la casa de los Fernández. Del matrimonio nacieron dos hijos gemelos, Luisa y Falo, a los que se dedicó en cuerpo y alma durante toda su longeva vida. Su hija y nietos fueron quienes la cuidaron en los últimos años, siempre pendientes de que María Rosario estuviese bien atendida y feliz. Así lo demostraba a los vecinos con su amplia sonrisa y su alegría de vivir, muy contagiosa.

De hecho, el año pasado el Ayuntamiento de Belmonte de Miranda le realizó un emotivo homenaje por ser su vecina más longeva, al que acudió la familia en pleno y muchos vecinos del concejo, que no dudaron en fotografiarse con la centenaria belmontina, a la que tanto querían y admiraban por su fortaleza, vitalidad y lucha durante toda una vida.

Una pérdida muy triste para el concejo, donde era un ejemplo a seguir.

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