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La "rica" tatarabuela de Castro Sierra

Benigna Pérez se siente la más afortunada del mundo: la matriarca de una amplia familia canguesa acaba de conocer a sus 98 años a su tataranieta

Benigna Pérez, con su tataranieta. D. ÁLVAREZ

La canguesa Benigna Pérez a sus 98 años asegura sentirse la "mujer más afortunada del mundo". La razón está en su familia y sobre todo en la nueva integrante de la misma, una niña que apenas tiene tres semanas de vida y que es su tataranieta. "Ahora mismo soy rica", asegura la orgullosa tatarabuela después de tener a la pequeña Marina en sus brazos por primera vez.

Su bisnieta Noelia Berdasco, la mayor de los 16 que tiene, junto a su marido Sergio Díez acaban de hacerle ese regalo. No quería esperar mucho tiempo para presentarle a su bisabuela a la niña y en cuanto se sintió con fuerzas viajó de Oviedo hasta Castro de Sierra para compartir con ella y también con su abuela, y bisabuela de la pequeña, la buena noticia y la ilusión de ambas al ver la carita del bebé.

Dormida plácidamente, sin saber la expectación que estaba causando llegó Marina Diez Berdasco a la casa. Allí pasó por los brazos de sus abuelas y recibió sus halagos, a la vez que entre todos intentaron buscarle parecidos. Es la quinta generación de la familia iniciada por Benigna Pérez, que empezó en 1938 cuando se casó e instaló en el pueblo de su marido, Castro de Sierra. "Me casé siendo una cría y mi marido era 19 años mayor que yo pero nunca se notó, nos llevábamos muy bien y lo quise mucho", recuerda Benigna Pérez, que se despidió ya hace más de una década de su marido, Antonio Fernández, que falleció con 102 años y medio, como el gusta recalcar a ella. Asegura que eran muchos los que le decían, incluso su médico, que "nunca habían visto un matrimonio tan bien avenido", subraya.

Noelia Berdasco explica que la razón que llevó a que su abuelo se casase ya siendo mayor para la época fue la Guerra Civil, en la que participó, y una vez de vuelta en casa se casó. "Suerte que mi bisabuelo fue longevo, porque si no mi abuela se podría haber quedado viuda siendo aún muy joven y nosotros tampoco lo podríamos disfrutar", apunta.

Benigna Pérez también presume de longevidad y aunque asegura que ya son muchos los achaques y que la memoria le falla, aún tiene salud suficiente para disfrutar de su familia y la energía para cargar con las nuevas generaciones que van aumentando y llenando de alegría la casa.

Ella tuvo cuatro hijas y su vida la pasó trabajando en la ganadería y el campo. Si se le pregunta por el secreto para alcanzar su edad con su energía, no duda en responder que se debe a que siempre "estuve trabajando la tierra y en casa se estaba muy bien". Añade que también ayuda el no haber estado nunca sola gracias a sus hijas y nietos y "poder estar en mi casa siempre sin estar de un lado para otro".

La primera de sus cuatro hijas la tuvo con 20 años y es la bisabuela de la pequeña Marina, Anita Fernández, que tiene 78 años y ayer cogió a su primera bisnieta en brazos. Ella fue madre de cinco hijos y su primogénito lo tuvo con 23 años y también fue chica, Olga García, la abuela, que tiene 55 años y dos hijas.

"Cuando Olga me hizo abuela tenía 45 años y la gente me preguntaba si no me daba pena ser abuela tan joven, pero al contrario me prestó mucho y mi nieta venía mucho por aquí, ahora estoy encantada con la bisnieta", asegura Anita Fernández.

La primera hija de Olga García fue Noelia, a la que tuvo con 22 años, y también se muestra orgullosa de ser ya abuela.

Noelia Berdasco (33 años) explica que desde que tiene 20 años muchos le han insistido en aumentar la familia para conseguir lo que ha pasado ahora, reunir en la familia a cinco generaciones y en este caso de mujeres.

No obstante, Benigna Pérez entiende a su bisnieta y está de acuerdo con que las mujeres de ahora no se casen tan jóvenes como ella. "Muy mayores tampoco queda bien, pero tan jóvenes como yo ya no debería casarse nadie", sentencia. A la vez que ve cómo ha cambiado la maternidad y el cuidado de los hijos en todos estos años. "Ahora deciden cuando quieren ser madres y hay más distracciones que pensar en tener hijos", asegura.

Entre todas recordaban como en familias numerosas como en las que les tocó vivir a ellas los hermanos mayores asumían el papel de cuidar de los pequeños y muchas veces la responsabilidad de dar de comer a casi un bebé recaía en un niño de tan solo cinco años. Algo impensable para Noelia Berdasco que no imagina dejando a su bebé bajo el cuidado de un niño hoy en día. "Las madres actuales son más sobreprotectoras, antes todo era diferente", coinciden.

Ahora esperan a que la niña crezca un poco más para poder celebrar por todo lo alto su nacimiento y las cinco generaciones de la familia. El Acebo, a pocos kilómetros de Castro de Sierra, y un santuario muy querido y venerado por los cangueses será seguramente el lugar elegido para la celebración.

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