Un día espléndido se encontraron ayer los romeros y devotos que se acercaron hasta el santuario del Acebo en Cangas del Narcea. A pie o en coche, centenares de personas fueron llegando a lo largo de la mañana al alto para participar en las numerosas misas que se iban ofreciendo y para coger el mejor sitio para disfrutar de una comida campestre en familia o con amigos.

La salud es la principal petición que los fieles trasladan a la Virgen del Acebo y, a cambio, le ofrecen promesas como subir caminando hasta el santuario desde Cangas del Narcea. "Hace 10 años que subo caminando, a un hijo le dio una patada un caballo y desde entonces subo para pedir salud y que no haya accidentes, porque cuando lo pasas mal de verdad, ayuda", explica una tinetense que prefiere no revelar su nombre.

De forma más lúdica hacen el camino hasta el alto del Acebo los cangueses Iván Rodríguez y Juan Manuel Menéndez, acompañados por la familia. Aseguran que lo hacen por la tradición que existe en la familia. "Vengo aquí desde que tengo uso de razón, y lo hacemos por tradición y por devoción", apunta Rodríguez, a lo que Blanca Monteserín añade que "es un día importante porque nos reunimos toda la familia".

Muchos cangueses asentados fuera de la región también aprovechan esta fiesta para regresar a casa y cumplir con la tradición. De Madrid vuelve Mari Carmen López, quien señala que cada año, sea el día que sea, realiza la visita. "Tiene algo, y yo creo en ella", recalca. Asimismo, su hermana Adela López viene desde Toledo, y aunque hacía años que no visitaba el santuario confiesa que "hay mucha devoción y tradición".

Manteniendo las costumbres de sus antepasados, también siguen viniendo cada año desde Vigaña (Belmonte de Miranda) hasta El Acebo las hermanas Julia y Olga Álvarez con el resto de la familia. "Tenemos mucha devoción y también la tenían nuestros antepasados, que venían todos los años aquí. Nuestra madre vino hasta con 90 años", explican. Además, Julia Álvarez confiesa que alguna vez ha subido andando por haberle hecho alguna petición. "Casi siempre se pide salud y luego venimos para darle las gracias", detalla.

De Oviedo llegó el matrimonio compuesto por Olvido González y Juan Manuel Santiago, quienes recuerdan haber visitado a la Virgen desde niños. "Cuando era un crío subía andando y desde Vegalapiedra se veía a gente subir descalza o de rodillas. Ahora ya no hay ese espíritu de sacrificio", rememora Santiago.

En su homilía, el sacerdote Jesús Bayón hizo referencia al ejemplo que han dejado las generaciones pasadas en el santuario. "No venían solo a merendar, venían hasta de rodillas y ese es el testimonio que recibisteis desde pequeños y por eso este es el lugar donde confluye toda la comarca", subrayó.

Fue durante la misa central del día, la que más fieles congregó y que estuvo seguida de la procesión, que dio una vuelta completa a la iglesia. Además de los fieles asistentes al rezo, la procesión estuvo conformada por varios grupos de baile y de música tradicional que ofrecieron varias actuaciones a la Virgen.

Después de la ceremonia religiosa llegó el momento de compartir y celebrar alrededor de un mantel cargado de las típicas viandas de una romería: tortilla de patata, empanadas, lacón y otros embutidos, además de numerosos postres caseros fueron llenando cada rincón verde en las proximidades de la iglesia. La tarde noche volvió a congregar a los asistentes, esta vez en la plaza para disfrutar de la verbena.