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La buena mano de Trina de Ol

"Disfruté mucho haciendo lo que me gustaba, dibujos y manualidades", asegura la veterana artista, que ha expuesto en Tapia junto a su hija, Marta González

La buena mano de Trina de Ol

Trinidad García Fernández, conocida en Tapia como "Trina de Ol", tiene unas manos de oro, y una humildad que le impide presumir de ello. A lo largo de su vida, que comenzó en 1929 en el pueblo de Ol, ha dibujado, pintado, moldeado y restaurado decenas de cuadros, relojes, tallas y esculturas. Todo lo que ha tocado se ha convertido en una pequeña obra de arte, gracias a una afición que ha sentido desde joven y que la llevó a recibir clases y lecciones, a pesar de no haber cursado más allá de la etapa básica en la educación reglada. "Yo no hice nada, sólo disfruté, y mucho, haciendo lo que más me gustaba", confiesa, como quitándose importancia, en la casa familiar en Tapia en donde veranea, lejos de la capital, Oviedo, en la que vive.

Trinidad García fue la mayor de ocho hermanos, a los que siempre cuidó y atendió. Su abuelo, Benito de Ol, tenía una sierra de madera, y ella disfrutó de una infancia y una juventud feliz en Tapia. Participó en las actividades de la Sección Femenina, "muy importantes para las personas que queríamos hacer cosas pero no teníamos estudios", recuerda, y aprendió a coser con Concha de Fonso. A pesar de sufrir la Guerra Civil, que rememora como una época "terrible", también disfrutó de las diversiones de la época: "Junto con una hermana, solíamos ir en bicicleta hasta Figueras, atravesábamos la ría en barca y pasábamos un día muy divertido en Ribadeo. Esas cosas nos hacían muy felices", evoca.

En 1960 se casó con un empresario de banca viudo y con cuatro hijas, y se marchó a vivir a Oviedo. Allí se hizo cargo del cuidado del hogar, pero también trabajó en el negocio familiar, una pequeña tienda de alimentación, la huevería "Campomanes", en la que se despachaban huevos y patatas de Valladolid. Contaban con un par de vehículos de reparto, y Trina echaba muchas horas allí. No sabe de dónde sacó tiempo para apuntarse a clases de manualidades y pintura. Pero el arte siempre le tiró: "Siempre me gustó dibujar, las manualidades; lo disfruté mucho", recalca ahora.

Fue así como recibió lecciones de la técnica del esmalte, en una tienda llamada "Marián" que se ubicaba en la calle Covadonga. "Son algo precioso. Desde el primer momento me gustaron, y me aficioné a ellos", afirma. También aprendió dibujo y pintura de la mano del artista César Pola, del que Trinidad García solo guarda buenos recuerdos: "Era un buen dibujante y pintor, muy buena persona, y daba gusto ir a sus clases, de lo mejor. Era tremendo. Aproveché todo lo que pude", describe.

Todo ese conocimiento fue aplicado en horas y horas de trabajo. Y en Tapia dejó huella. Por ejemplo, cuando restauró la talla de San Pedro que se encuentra en la pequeña capilla del mismo nombre, junto al puerto de la localidad. O en los relojes que reparaba y convertía en pequeñas joyas. Este trabajo lo realizó siempre de la mano de un miembro de la conocida familia de los "Súcaros", que era relojero y anticuario, y con el que hacía buenos negocios. "Eran personas muy amables, sencillas y aplicadas. Muy buena gente", recuerda Trina de Ol.

Y ese amor por el arte ha pasado a su hija Marta González, que cursó Bellas Artes y que ahora desarrolla su carrera como pintora. González reconoce que el amor y la pasión por este mundo le llegó directamente de su madre, a la que califica como "una fuerza de la naturaleza". "Tiene una energía y una positividad increíbles", añade. Juntas, madre e hija, ha protagonizado una exposición este mismo verano en Tapia, que ha tenido una gran acogida entre los vecinos. Muchos se sorprendieron al descubrir esta faceta, desconocida, de la artista tapiega.

Y es que a pesar de residir en Oviedo, son frecuentes las visitas a la localidad tapiega, en donde mantiene "muy buenas amistades" y disfruta de la compañía "de gente muy sencilla y amable". El paso del tiempo se nota, y eso afecta a sus facultades para todo lo que tiene que ver con el arte: "Estoy disfrutando, estoy bien gracias a Dios, aunque los años me pesan; aún hago dibujos, sencillos, con los que me divierto. Pero no son nada", asegura Trinidad García, Trina de Ol, con su característica modestia.

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