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MARCOS QUEVEDO | Director de Biogastur, gestiona la planta de tratamiento de purines de Navia

"Evitamos que se emita el equivalente a 34.000 toneladas de dióxido de carbono"

"El impacto de la planta es positivo: los olores se limitan a la descarga, que es en sitios cerrados y con aspiración"

Marcos Quevedo. G. GARCÍA

Marcos Quevedo (Madrid, 1971) es el responsable de la planta de tratamiento de purines que Biogastur y Central Lechera Asturiana tienen en Navia. La planta, que ya funciona, tiene un "claro y marcado objetivo medioambiental", dice su director.

- ¿En qué etapa se encuentra la instalación?

-Estamos en fase de puesta en marcha. Consiste en llenar la planta con unos estándares de seguridad, primero con agua, e ir sustituyéndola por residuo. Ese residuo es, básicamente, purín, o residuos de la industria agroalimentaria, principalmente de las lácteas. Siempre son residuos orgánicos, como restos vegetales, restos de poda, ensilados que se han estropeado... y siempre no peligrosos. Es importante monitorizar todo lo que entra. En función de lo que entre, tendremos la calidad del fertilizante que sale. Ahora mismo estamos a un quince por ciento de la carga.

- ¿Cuándo se calcula que pueda estar funcionando a pleno rendimiento?

-Hay un plan, y es un proceso progresivo. Por el momento, esos plazos se están cumpliendo. La planta tardará en alcanzar una carga del cien por cien aproximadamente seis o siete meses. Podemos considerar que para el segundo trimestre de 2018 estaremos prácticamente al 85 por ciento. Se suele dejar un margen de seguridad. Se está haciendo recogida a ganaderos en diferentes zonas, y ya está entrando purín.

- ¿Cómo es ese proceso?

-En la descarga no hay contacto con el oxígeno en ningún momento. Todo es en cisterna cerrada, que se engancha a una manguera. Las recogidas se están realizando con cisternas que buscan la mayor eficiencia, entre volumen transportado y velocidad de carga y descarga.

- ¿Cuál es la capacidad de esta instalación?

-La planta está preparada para tratar entre mil y mil doscientas toneladas al día. Lo principal, el 90 por ciento, es purín. Pero para que el proceso de digestión sea óptimo, ese purín hay que mezclarlo con lodos de depuradora láctea, sueros lácteos y restos vegetales. Estos materiales se aportan para que produzca el suficiente gas. Se transportará en 40 o 50 camiones al día.

- ¿Y en cuanto a empleo?

-La planta está automatizada, y demanda poco personal. Va a estar funcionando 24 horas durante los 365 días del año. Eso va a demandar entre personal administrativo, operadores y resto de personal de planta, entre siete y diez personas. A eso hay que sumarle el personal de transporte, que será a través de una subcontrata, que serán otros ocho empleos, y luego nos quedaría el personal externo.

- ¿Cuál es el fin último de esta instalación?

-El concepto con el que se trabaja es conseguir crear "biorefinerías": hacer un tratamiento de lo que hoy es un residuo, y que en poco tiempo se denominará recurso. Entrará materia orgánica, que viene de la ganadería o de la industria agroalimentaria. Lo que se debe conseguir es aplicarla en sitios en los que sean beneficiosos. La materia entra en la planta, pasa a los digestores y allí se da el mismo proceso de la fermentación de las ganaderías, pero de manera controlada. Se consigue el biogás, en buena parte metano, con el que se genera electricidad y se mueven los camiones.

- ¿Y el resto?

-Se separa el sólido del líquido. El sólido se manda a un secadero, donde se estabilizan las propiedades de ese fertilizante, con lo que se puede almacenar y transportar. El líquido va a una depuradora, para ser tratado siguiendo los parámetros medioambientales, y en ese proceso se extraen otros nutrientes: fósforo y nitrógeno estabilizado, que también son fertilizantes.

- ¿Cuál es el impacto en el entorno?

-Los olores se limitan a la descarga, que es en sitios cerrados y con aspiración. No hay más. Habría que hablar de los impactos positivos. Hay uno que está verificado: la huella de carbono. Esta planta está evitando que se emitan a la atmósfera 34.000 toneladas de dióxido de carbono al año. En calidad del aire, tenemos un impacto muy positivo. El segundo es el que se produce en el medio rural, donde están condenados a convivir la ganadería y el turismo. En la medida en que se captura todo ese metano, se evitan los olores y las molestias, y se permite una mejor relación.

- ¿Entiende las dudas y críticas que genera la planta en los vecinos del entorno?

-Entiendo la desconfianza por desconocimiento. Es lógico que si se habla de algo que hoy es un residuo, como el purín, haya reticencias. Aprovecharía estas oportunidades para explicarlo. Ha habido jornadas con vecinos y ganaderos, y creo que estamos en la misma lucha, para eliminar el impacto negativo que el purín tiene en el entorno. Estamos abiertos a cualquier iniciativa didáctica, porque la gente tiene derecho a ello y porque es un proyecto que ha llevado siete años de trabajo y merece la pena contarlo.

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