En medio de un agradable veranillo de San Miguel, la localidad naviega de Villaoril disfrutó ayer de su celebración anual. El santuario, foco de devoción en la comarca y también en la vecina región gallega, se llenó para hacer pervivir la tradición: misas desde primera hora de la mañana, multitudinaria procesión al ritmo de las gaitas y visita a la Fuente Santa. No faltaron las botellas repletas de agua bendita, las avellanas ni las rosquillas. "Es una fiesta que conserva la esencia de hace décadas", destacaron los asistentes.

Son muchos los que se dejan caer cada 28 de septiembre por este enclave del occidente asturiano. Buena parte llega ofrecido a Nuestra Señora de Villaoril, a la que profesan una profunda fe y devoción. "Yo siempre le rezo, casi a diario. Y vengo a verla todos los años. Es un día muy especial", asegura una feligresa llegada desde el concejo de Valdés, que prefiere no dar su nombre. No le faltan botellas de agua, que cargará en el manantial, y que repartirá entre toda su familia.

De Gijón y de Langreo se han acercado hasta Villaoril José Lombardía y Manuel Ferrería. "Venimos por la devoción que tiene, para el que es algo creyente. Yo no sé si está bendita o no, pero sí que es tradición. Hay que creer en algo, ¿no?", dice el primero. Incide, además, en la vertiente más lúdica de esta fecha: "Vienes, pasas el día con la familia, das una vuelta y disfrutas de este tiempo, que no vino igual en todo el verano". Por su parte, Manuel Ferrería destaca la presencia de "mucha gente mayor" en este tipo de celebraciones. "A la juventud no le interesan estas fiestas antiguas", bromea.

Lo cierto es que la celebración anual en el santuario naviego puede presumir de haberse mantenido fiel a las tradiciones y de ir adaptándose al cambio de los tiempos sin perder su identidad. "Es una fiesta que sigue manteniendo el espíritu de devoción religiosa que tenía cuando yo empecé, junto con la tradición de llevarse las avellanas, la medalla de la santa, las velas. Lo de siempre, no cambió casi nada en estos aspectos", asegura José Luis Almestre, de Trevías. Lleva vendiendo avellanas en esta celebración 42 años, desde que finalizó la mili, y ve "con agrado" cómo año tras año Villaoril se llena de gente. "Antes venían muchos más gallegos, sobre todo de Foz", subraya.

La jornada de ayer viene a completar la novena de Villaoril, que también goza de tirón en el entorno. En el día grande, fueron muchos los que se acercaron caminando hasta el santuario, para cumplir promesas o simplemente por seguir la tradición. La imagen de Nuestra Señora recorrió en procesión el camino desde el templo hasta la Fuente Santa, donde se celebró la bendición de las aguas. Los efectos milagrosos de este manantial, donde se dice que se apareció la Virgen, son "leyendas" para unos y creencias a las que aferrarse para otros.