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Canero reúne a sus antiguas alumnas

Tres valdesanas organizan un comida para las excompañeras de las escuelas de Querúas: "Queremos saber qué fue de todas"

Una fotografía de un grupo de antiguos alumnos.

Lo que empezó en un funeral acaba en una comida de hermandad. Las valdesanas María Cristina García, Auri Lanza y Teresa Feito tienen esta semana todas las ilusiones puestas en lo que ocurrirá mañana. Nacidas entre 1949 y 1955, son las organizadoras de un encuentro que reunirá a alumnas de las antiguas escuelas de Canero, ubicadas en Querúas (Valdés).

Su antaño compañera de aula Consuelo García, del Chano de Canero y hoy residente en León, se encontró con ellas en un funeral. Fue hace más de un año. "Hablábamos de lo que había sido de nuestras vidas, y entonces surgió la idea de hacer un encuentro", dice María Cristina García.

Después de mucho "boca a boca" han logrado reunir a 54 mujeres, todas exalumnas de Canero, que hoy en día residen en distintos puntos de Asturias, Madrid y León. Hacerlo no ha sido fácil, pero merece la pena. "Tenemos mucha ilusión", cuenta Auri Lanza. Ella recuerda las clases con dona Maruja y Doña Adela, los sermones y también todo lo que compartieron las alumnas. No era posible ver a los niños que estudiaban en las aulas casi contiguas y al entrar en clase tocaba hacer la señal de la cruz. A las doce era la hora del Ángelus, a las una de la tarde todas salían para comer y a las dos volvían. Ampliaban sus conocimientos hasta las cuatro de la tarde y gracias a un programa de estudios "muy diferente" al actual. "Teníamos que limpiar la escuela y también nos enseñaban a hacer labores", cuenta Teresa Feito.

Al encuentro asistirán cuatro sobrinas de la maestra "doña" Adela. Todas residen de Cangas del Narcea y alguna pasó sus veranos en la casa de la profesora, cercana a las antiguas escuelas. En el encuentro habrá mujeres de entre 50 y 82 años. Las de más edad son las sobrinas de la profesora. El resto fueron en algún momento compañeras de aula. "Siempre nos llevamos bien, pero acabas perdiendo la pista y el contacto y es una pena, porque nos ayudamos mucho", dice María Cristina García. Ella recuerda alguna anécdota. "Un día cayó una mosca en el tintero y le dije a la compañera: '¡sopla!', y se llenó la cara de tinta; ¡un desastre!", dice. En aquellos tiempos eran 60 alumnas por clase. "Hubo momento duros, pero sabemos que éramos muchas e imaginamos que sería difícil convivir con tanto niño", opinan. Algunas de la mujeres que se encontrarán mañana no volvieron a verse. Otras son vecinas de pueblo, pero tampoco tuvieron la oportunidad de "sentarse a comer tranquilamente para hablar de la vida y de todo un poco", dice Auri Lanza.

El encuentro podría tener segunda edición e incluso mantenerse en el tiempo. Todas las asistentes están invitadas a llevar fotos de entonces, esas que se observan con más detenimiento pasado el tiempo.

La libreta de Auri Lanza tiene cada nombre y cada apellido. Con esas personas volverá a contactar en el futuro por si surge una nueva iniciativa. "Es muy emocionante sólo querer saber qué fue de todas", dice María Cristina García. De sus vidas y proyectos hablarán mañana en una comida prevista en un restaurante de Cueva a las 13 horas.

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