"No puede ser", clamaba la familia de Efrén Rodríguez a su llegada a las puertas de la iglesia parroquial de Cibuyo (Cangas del Narcea), unos pasos por detrás de la funeraria que transportaba el féretro, mientras recibía las muestras de cariño y las condolencias de las personas asistentes al funeral. La lamentación rompía el silencio de una plaza llena de amigos, familiares y vecinos del fallecido, que se habían quedado totalmente mudos a la llegada del coche fúnebre. Un mutismo que se mantuvo durante toda la ceremonia religiosa, a pesar de que la iglesia se quedó pequeña para acoger a todos los que querían despedirse del hostelero de Cibuyo de 38 años y que al exterior no llegaba la voz del párroco.

"No busquéis a Efrén detrás de la barra de su bar, con sus chascarrillos, sino en aquello que tiene la capacidad de trascender; su presencia estará en los corazones", apuntaba el sacerdote Juan José Blanco durante su homilía, en la que también recordó al fallecido como una "gran persona" a la que veía "llena de ilusión". El párroco también recordó de él que "acababa de hacerse cargo del negocio familiar, y estaba involucrado junto a otros vecinos en la organización de actividades en el pueblo para revitalizarlo".

Entre los asistentes, muchos intentaban buscar una explicación al accidente que se llevó la vida de Efrén Rodríguez la madrugada del jueves. Más aún cuando el siniestro se produjo a pocos kilómetros de su casa y en una carretera tan conocida por él, la AS-15. El fallecido volvía a su casa en Cibuyo y en el kilómetro 65 de la vía, entre Regla de Perandones y Vega de Pope, el vehículo que conducía se salió de la carretera, cayendo por un desnivel de 15 metros.