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Manos para devolver la vida al bosque

"Sentimos la necesidad de hacer algo", aseguran los voluntarios que sembraron robles en una ladera quemada del concejo de Allande

En el aire aún flota un denso olor a madera quemada, y sobre la tierra, húmeda, descansa una espesa capa de ceniza. Ha pasado una semana desde que un infierno asoló buena parte de los montes del Suroccidente, pero hay quien ya se ha puesto manos a la obra. Retiran una capa de unos diez centímetros de tierra y, con cuidado, depositan en el lecho bellotas con la esperanza de que lo que ahora es negro vuelva al verde más pronto que tarde. Son las manos voluntarias que no se han querido quedar de brazos cruzados ante el desastre y que ayer protagonizaron una actuación espontánea de reforestación en una ladera calcinada del concejo de Allande. Esperan que sea la primera de muchas iniciativas para devolver la vida al bosque.

La idea surgió en las redes sociales, después de comprobar que el fuego se había llevado buena parte de la masa forestal de la comarca. "Estábamos todos muy afectados después de estos incendios tan grandes como no se habían visto en Asturias y con el corazón encogido sentimos la necesidad de hacer algo, lo que fuese", explica el grandalés Roberto Naveiras, uno de los promotores de la iniciativa. "Es poca cosa, porque sembraremos unos robles, pero es un grano de arena que nos reconforta", añade.

El grupo se dio cita en la localidad de La Mesa, perteneciente a Grandas de Salime pero colindante con el municipio de Allande. Tras un corto trayecto, pronto se toparon de bruces con la dureza del paisaje arrasado: pinos completamente calcinados, vegetación convertida en ceniza, y el negro tizón que dejan las llamas. Ayudados de azadas, la veintena de voluntarios depositó bellotas autóctonas, del país, en el subsuelo. "Lo que hacemos es imitar la acción de la naturaleza", señala Naveiras, que es consciente de que este tipo de reforestaciones tiene sus riesgos, pero está convencido de que "merece la pena". "Es una plantación autóctona; vamos a sembrar en la zona de valle, para que cuando venga otro incendio, que vendrá, haga de cortafuegos natural", sostiene.

Voluntarios de diversos puntos de Asturias se acercaron para poner la semilla en este punto del mapa. Desde Pesoz, por ejemplo, Lucía Valledor.

"Con los incendios, al principio todo el mundo se vuelve loco, y pasa una semana y nadie se acuerda. Hay que recordarlo, y ayudar, por obligación moral", apunta Valledor, que califica como "terrible" este desastre: "Miedo a perderlo todo, pánico, además de la gran pérdida económica que supone", añade.

Desde Galicia, otra tierra azotada por las llamas, se acercó Jorge González, animado por poder "echar una mano". "Esto de los incendios nos duele mucho a todos. Es un paso atrás muy gordo. Tanto las plantas como la fauna se resienten muchísimo, y con estos árboles se recupera la fauna autóctona, y no el monocultivo que se promueve ahora", apunta.

Dentro de unos años se verá el resultado de este trabajo, aunque algunos ya lo sentían ayer: "Hace que sientas esperanza", decían.

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