La asociación de armadores de la pesquería de pulpo con certificado de calidad "Arpesos" persigue que las embarcaciones de Cudillero y Luarca se sumen a la marca de sostenibilidad Marine Stewardship Council (MSC). Según el presidente, Julio Blanco, las ganancias "se doblan". La entidad, que agrupa a 27 armadores del Noroccidente, organizó ayer en Puerto de Vega (Navia) unas jornadas para debatir sobre el futuro del plan de gestión del pulpo en Asturias y sobre esta marca de calidad que están dejando grandes beneficios.

En las jornadas los expertos mostraron los beneficios de este sistema de venta. En la campaña pasada el precio medio de venta del kilo de pulpo de las embarcaciones no certificadas fue de 6,1 euros. Las que estaban certificadas, vendieron el pescado a 7,5 euros por kilo. "Ahora mismo aquellos que no venden con esta 'ecoetiqueta' están perdiendo dinero", indicó el gerente del grupo de desarrollo rural Navia-Porcía que puso en marcha esta iniciativa, Germán Campal.

En la actualidad, todos los armadores que pescan pulpo se someten el plan de gestión de esta especie, pero no todos forman parte del colectivo "Arpesos" ni pueden vender con esta marca de sostenibilidad. Para hacerlo, sólo tiene que dirigirse al colectivo "Arpesos", asociarse, participar en las jornadas informativas y hacer las ventas del pulpo en las cofradías de Puerto de Vega, Ortiguera, Viavélez o Tapia de Casariego.

Según Campal, la demanda de pulpo certificado con esta marca de sostenibilidad "es muy alta". El año pasado, la mayor parte del recurso fue comprado con una distribuida de Palencia y tenía como destino Estados Unidos. Además, la subasta se hizo "a futuro". Es decir, que el comprador fijó un precio para los siguientes quince días y, al margen del volumen de pesca, se pagó siempre al mismo precio el kilo.

En la actualidad, casi todas las embarcaciones de Puerto de Vega, Tapia, Viavélez, Ortiguera comercializan pulpo con la marca. A ellas se suma una de Figueras y otras dos Oviñana. El reto es añadir a Luarca y Cudillero. De esta forma, el Noroccidente se convertiría en una potencia de venta de pulpo con una ecoetiqueta que vela por una pesca artesanal, por evitar un daño continuado al medio ambiente y por planes de organización involucren al sector y a otras instituciones.

En este marco, ayer participaron en las jornadas expertas del Centro de Experimentación Pesquera. Más allá del rendimiento económico de la marca Marine Stewardship Council (MSC), el reto de los investigadores es poder actuar en el momento en que se detecta una anomalía en el recurso.

Según María de Pino Fernández Rueda, "hace falta más investigación". El pulpo es una especie de difícil estudio, según indicó, porque hasta la fecha no se conoce cuánto pulpo hay en las zonas reservadas de pesca al inicio de las temporadas. En este sentido, es necesario investigar más desde el punto de vista biológico. Sólo así se podrá conocer el estado del recurso y, con esos datos, actuar a través del plan de gestión regional. "Lo que perseguimos es conocer indicadores que nos faciliten información para hacer una gestión 'adaptativa'", indicó Lucía García Flórez, del Centro de Experimentación Pesquera.