Amenazaban agua las nubes negras, pero el sol quiso salir en Luarca para despedir a la profesora de Matemáticas del Instituto de Enseñanza Secundaria Carmen y Severo Ochoa que el lunes falleció repentinamente cuando se encontraba dando clase.

El féretro de Ana María Rodríguez Arias llegó puntual, a las cuatro de la tarde, a la iglesia de la capital valdesana. No faltaron al recibimiento de la familia y el coche fúnebre ni vecinos, ni amigos, ni allegados, ni compañeros de profesión de la difunta. Todos quisieron dar el último adiós a una persona "reservada", "ejemplar" y "muy amiga de sus amigos", que falleció, con 57 años, de forma repentina.

La iglesia se quedó pequeña como pocas veces antes. Con la misa se daba el último adiós a una mujer natural de Toreno (León) y vinculada desde hace décadas a Luarca. "¡Qué injusta es la vida!", se escuchaba en los grupos de personas que se formaron cerca del templo religioso. El párroco Emilio Menéndez empezó la misa cantando, tal vez para que las puertas del cielo recibieran cálidamente a una persona que en su vida sólo hizo el bien. "Estamos perplejos", dijo Emilio Menéndez desde el púlpito. En la cercana Cofradía de Pescadores la bandera de España ondeaba a media asta. En el instituto se suspendieron las clases. La comunidad educativa y toda la villa estaban de luto llorando una pérdida más dolorosa por lo inesperada.