Los mensajes en forma de dibujos dejados por los presos de la Guerra Civil en los calabozos del Juzgado de Cangas del Narcea se han convertido en película. El cineasta asturiano Ramón Lluís Bande ha transformado los trazos de las paredes de las antiguas celdas en protagonistas de una de sus últimas creaciones, que lleva por título "Aún me quedan balas para dibujar".

Dibujos sobre bombardeos, de escenas cotidianas, caricaturas e incluso escenas de cabaret se van hilando en la película para conseguir trasladar al espectador lo que querían expresar los presos que estuvieron esperando la muerte en los calabozos cangueses hace ochenta años.

"Quería hacer una película que no solo tratara de documentar lo que se ve, sino que mostrara lo que esos dibujos nos querían contar 80 años después", explica el director. La película dura 17 minutos y pone el objetivo en las paredes de los calabozos del Juzgado. Las imágenes de los dibujos se van relacionando con otras imágenes y sonidos hasta lograr "traducir lo que me transmite cada dibujo, lo que nos quieren contar 80 años después", apunta Ramón Lluís Bande.

Lo que busca el cineasta con esta producción es dar un mensaje más sobre "la memoria democrática, sobre un pasado que está ahí y nos hicieron olvidar". Un tema que está muy presente en las últimas creaciones del autor asturiano y en el que se centró desde 2014. "Se cultivó una especie de amnesia con respecto a la existencia de estos dibujos o los muertos en la cunetas que interpela a nuestro presente; hay un interés en que no se hable de estos temas y no tanto por no remover el pasado como porque nos podemos hacer preguntas sobre el presente", subraya Bande.

Su descubrimiento de las pinturas del Juzgado de Cangas fue casual, a través de un post en Facebook del exviceconsejero de Cultura Alejandro Calvo, quien tuvo un familiar preso que es autor de alguno de los dibujos. "Escribió una nota acordándose de su familiar y había algo en ese escrito que me llamó la atención y vi una historia", relata. Cuando vio los dibujos en directo, sobre la pared de los calabozos, confiesa que descubrió "un ejercicio de narración pura que se volvía especial cuando te fijabas en los detalles y conectabas un dibujo con otro, y descubrías cómo eso podía contar una historia, un mensaje que el cine podía revelar".

La película se pudo ver ayer en el teatro Toreno de Cangas del Narcea gracias al proyecto de la cinemateca ambulante de la Laboral. No fue lo único que se visionó, ya que, acto seguido, se proyectó "Escoréu, 24 d'avientu de 1937", una película, tambén de Ramón Lluís Bande, que narra los trabajos de búsqueda y exhumación de los restos de dos hermanos asesinados y enterrados en la fosa común de La Canalona, en la carretera entre Escoréu y Agones, en Pravia.

En esta película se narra en paralelo la exhumación de los cadáveres y se rescata la memoria de los familiares directos de los asesinados.

"Se escarba en paralelo la tierra y la memoria para acabar en el mismo sitio: conocer la historia de los dos hermanos asesinados y la aparición de sus huesos", explica. Ramón Lluís Bande subraya que ambas creaciones buscan mostrar cómo el cine "puede traducir el significado político del paisaje, que no es algo neutro ni inalterable; hay información social y política en él que lo acaba construyendo", concluye.