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"Si no es Tapia de Casariego, será de Castropol", ironizan los historiadores

Hosteleros y comerciantes ven ridículo el cambio de topónimo, mientras el exdiputado popular Alfonso Román López recoge firmas contra la medida: lleva 2.300

Cartel de Tapia a la entrada de la capital del concejo. A. M. SERRANO

Hacer oficial el topónimo Tapia, sin Casariego, no será posible sin sortear una gran polémica. El "Boletín Oficial del Principado de Asturias" (BOPA) ha publicado la que, desde ese mismo día, es la toponimia oficial del concejo. Para susto de los políticos con representación municipal (PP, FAC y PSOE) y para enfado de muchos vecinos, la villa y el concejo dejan de ser "de Casariego". Desde el viernes han de asumir que son Tapia, a secas. Y eso no gusta.

Los colectivos están, como poco, "sorprendidos". El presidente de la Asociación Amigos de la Historia de Tapia, Pedro Fernández, asegura que no se debe cambiar el nombre de una localidad sin el consenso de sus habitantes, representados en la Corporación municipal. "Lo normal sería mantener 'de Casariego' para la capital y para el concejo por razones históricas", señala. Fernández indica, irónico, que el apellido es muy importante para el municipio porque "si Tapia no hace referencia a Fernando Fernández-Casariego y Rodríguez Trelles, que fue quien la dio la independencia al concejo, será Tapia de Castropol, concejo al que pertenecía hasta 1863". Fernández justifica la nueva toponimia en un error, como lo hizo anteayer el Alcalde, Enrique Fernández (PP). "En todo caso, nunca es bueno que la administración se entrometa en algo así si no conoce en profundidad la historia de los pueblos", señala.

La secretaria de la asociación de hostelería local, Elisa González, entiende que esta situación "nos pone en un escenario algo difícil para la promoción turística". "A partir de ahora tendríamos que renovar los folletos y también, en cierta medida, volver a hacer campaña para poner en el mapa la Tapia de Asturias", indica.

El secretario de la asociación que reúne a los comerciantes, Leonardo Pérez, rechaza Tapia a secas. Pérez, que también es presidente de Sofitapia, cree que el planteamiento es "ridículo". "Fuimos Tapia de Casariego y queremos seguir siéndolo", opina y muestra su enfado por la polémica. "El Principado no debe decir a los pueblos cómo desean llamarse, debe ser al revés", destaca.

En las redes sociales, la nueva toponimia tampoco convence. El exdiputado del PP Alfonso Román López montó ayer una campaña de recogida de firmas en change.org para que se revoque el acuerdo y hacer posible que el concejo y la villa que desde 1916 hasta el pasado el jueves fueron Tapia de Casariego mantengan este nombre.

Ayer por la tarde habían apoyado esta petición 2.300 personas de distintos puntos de España.

Una vez aprobada la toponimia oficial, las administraciones públicas tienen la obligación de adecuar de manera progresiva y al momento de su renovación las rotulaciones en vías públicas y carreteras así como de mapas y planos oficiales a los nuevos topónimos.

La Junta de Toponimia, dependiente de la Consejería de Educación, desplaza a un grupo de expertos para diseñar la nomenclatura de cada municipio asturiano. Este grupo hace una propuesta que dirige al Ayuntamiento. No es afectiva si antes no tiene al apoyo del pleno. Siempre se decantan por lo tradicional. De hecho, la Ley del Principado de Asturias 1/1998, de 23 de marzo, de uso y promoción del bable/asturiano, respecto a la toponimia, "establece que los topónimos de Asturias tendrán la denominación oficial en su forma tradicional".

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