La habitual banda sonora que acompaña los paseos por la reserva natural de Barayo se ve interrumpida estos días por el ruido de las sierras mecánicas y las máquinas forestales. Los operarios trabajan en la tala de los pinos que, desde hace más de cuarenta años, ocupan las dunas cercanas a la playa. Los trabajos actuales se enmarcan dentro de un proyecto de regeneración de los sistemas dunares del litoral cantábrico, que recibe fondos europeos y que cuenta con el respaldo de instituciones como la Universidad de Oviedo.

El proyecto "Arcos Life" se desarrolla en varios arenales del norte peninsular, entre ellos Verdicio (Gozón), Vega (Ribadesella) y Barayo, entre Navia y Valdés. También en playas de Cantabria y del País Vasco. El objetivo último es devolver a un buen estado de conservación los sistemas dunares, cada uno de ellos afectados por diversas amenazas.

"Barayo cuenta con un problema grave de conservación, siendo la amenaza fundamental la pérdida de biodiversidad y la entrada de especies invasoras", explica José Ignacio Alonso, investigador del Instituto de Recursos Naturales y Ordenación del Territorio (Indurot). Los pinos son una de esas especies no autóctonas que se pretenden eliminar, pero hay otras, como la "Spartina patens", procedente del continente norteamericano.

Aunque en Barayo ya se habían realizado actuaciones, como una eliminación experimental de especies invasoras, la retirada de los pinos es la acción de mayor envergadura. Estos árboles ocupan una superficie que debería estar habitada por otras especies, como el barrón de playa.

"El pino, en su momento, tuvo el objetivo de fijar el sistema dunar para evitar que cayese sobre el río. En estos momentos ha dejado de hacer esa función y ha pasado a tener un efecto negativo, al crear un medio ambiente que no es el adecuado para un sistema dunar terciario", incide Tomás Emilio Díaz, catedrático de Botánica de la Universidad de Oviedo y director del proyecto. El experto aboga por "retomar la estructura típica y normal" de estos ecosistemas, reintroduciendo aquellas especies originales y devolviendo la biodiversidad al enclave. "Por eso consideramos que ese momento es el adecuado para eliminar el pino, y que su lugar sea sustituido por la vegetación autóctona típica", recalca Díaz.

Las medidas a tomar en esta reserva natural incluyen la instalación de captadores de sedimentos y cierres para favorecer la retención de arena y evitar el pisoteo de las plantaciones que se realicen. También se pretende que la administración regional realice labores de mantenimiento una vez finalice el plan europeo. "Seguir trabajando en la zona es fundamental. La administración debe implicarse para que continúe en el tiempo esta acción que ahora se lleva a cabo y que sirve de inicio", asegura José Ignacio Alonso, que da cuenta de la "incertidumbre" con el que se mira hacia los sistemas dunares: "No sabemos cómo puede afectar el cambio climático".