Francine es la "xana" de Muniellos, una mujer que vive sola con osos y lobos en El Corralín, un pueblo abandonado en el corazón de Muniellos. Recientemente, en una conferencia que realicé en Degaña, me dieron una gran sorpresa: asistió a la misma Francine, y los dos pudimos conversar largo y tendido sobre la felicidad. En este artículo quiero destacar alguno de los puntos esenciales, auténticos manantiales en los que tenemos que beber para acariciar la felicidad. ¿Y qué dice Francine? Pues que dejó de preocuparse por la edad en la adolescencia, que hay que ocuparse de la vida y no preocuparse por los años, ya que no podemos detener el tiempo. En las múltiples dificultades y adversidades de la vida, Francine siempre encuentra salidas con humor en las situaciones más negativas y se ríe (¡y tiene tiempo para ello!), incluso, en los malos momentos, como en la nevadona cuando no podía salir de su cabaña; pero frente al fuego encontraba el calor de la vida, y en el chisporroteo de las llamas, una melodía indescifrable llena de vida y de felicidad. Incluso, en este vendaval de nubes grises, de paisajes desnudos y de lluvias, se abre de nuevo la esperanza, tal vez algo que no entendemos y que trasciende nuestra propia existencia.

Alejada del consumo, el becerro de oro de nuestro tiempo, puede alcanzar la felicidad sintiendo el suave viento en las ramas, el ruido del arroyo, el trino orquestal de los pájaros actuando bajo su batuta. Una inmensa paleta de colores se dibuja ante sus ojos con una fuerza plástica inmensa, y un manto de hojarasca que se descubre ante nuestros pies como invitándonos a recoger un mundo asilvestrado de sonidos tranquilizadores. Los colores se entremezclan debido a los colores verdes residuales de especies perennifolias, el color rojo del haya, el amarillo del abedul y, en última instancia, el color ocre del conjunto de hojas muertas desprendidas de la foresta. Un escenario de un gran atractivo estético y de belleza incomparable que nos hipnotiza al caminar. Contemplando esas hojas amarillentas del sauce o del chopo, cómo se arremolinan impetuosas con el viento en la desangelada y umbría paz del bosque y en íntima sintonía con la naturaleza (de la que formamos parte), Francine se siente inmensamente feliz.

Francine asegura que el enriquecimiento del alma, la desposesión de cualquier tipo de bienes, el amor a la naturaleza y a todas sus criaturas constituyen los ingredientes más importantes para alcanzar la felicidad. No obstante, muchas personas apresadas en la telaraña del consumismo encuentran su identidad en los símbolos que el mercado ofrece en forma de productos? Ella conjuga perfectamente todos los días el verbo "aceptar" y disfrutar"; en medio de la indigencia y de la naturaleza "encontré la felicidad". Para ella, felicidad no es la ausencia de dolor, no es tenerlo todo, es justamente la sensación de percibir sentido en lo que tenemos y hacemos.

¿Qué tiene Francine en una cabaña en medio del bosque? Pues, sencillamente, la felicidad de ver, contemplar, escuchar el ruido del viento entre las ramas de los árboles o el susurro ininterrumpido del arroyo. ¡Y se siente útil! ¡Vaya si se siente útil! ¡No olvidemos que es la "xana" del bosque! Yo le pregunté: ¿te sientes muy sola? "¡Qué va! Ayer me estuve comunicando mucho tiempo con un búho; todas las noches acude a visitarme. No olvides que la felicidad depende de ti, surge dentro de ti si te entrenas para ello". Las personas felices, como Francine, también se permiten sentir tristeza, dolor, rabia y frustración, tienen malos días, pasan malas rachas, lloran y gritan. Simplemente, viven su vida con una actitud basal de superación, aprendizaje y búsqueda del bienestar. La vida es tan bonita que parece de verdad, suele decir Francine, y considera que proyectar alegría y optimismo es irradiar felicidad, el bosque de la felicidad. Bueno, Francine, llevamos toda la tarde hablando, pero si hay algo que destacar especialmente para ser feliz, ¿qué dirías? Se queda pensativa unos segundos y contesta: tienes que recuperar la capacidad de asombro de un niño y buscarla humildemente. Lo que funciona es sentirse alegre por dentro, que sonría nuestro corazón, y recuerda que la vida es para disfrutarla. La actitud positiva de Francine, en íntima armonía con la naturaleza, le permite ser feliz incluso en las peores situaciones. Un bello paisaje, una hermosa jornada, un libro selecto... ¿Qué más necesitáis para ser felices? El sol de la vida resplandece desde dentro, como la misma felicidad. Conserva algo de Peter Pan cuando sostiene que no debe abandonar nunca la inocencia y que, a su edad, aún no sabe lo que quiere, pero finalmente remacha: "Lo que sé perfectamente es lo que no quiero". Para ella, el pesimismo conduce a la inacción, a la parálisis, a la tristeza, al aislamiento, a la conformidad, a dejarse llevar a esa frase que tanto se escucha (¡Voy tirando!). Como decía Galdós, el pesimismo es una de las sutiles máscaras del egoísmo: puesto que nada ni nadie tiene remedio, nada haré por nada ni por nadie. De ahí, la importancia de adquirir la habilidad de entusiasmarse emocionalmente, lo cual permite activar la energía física y mental; la vitalidad que nos conduce por el camino de la felicidad y de la longevidad, un camino abierto a todos, dice Francine; poniendo atención en las piedras del camino te sientes más feliz.

Un camino que es un auténtico reto personal de perfeccionamiento personal en todas las cualidades humanas y que persiste hasta el mismo umbral de la muerte. Me sigue diciendo Francine: la felicidad hay que crearla y disfrutarla, día a día, minuto a minuto, instante a instante; podemos descansar, pero no apartarnos del camino que hemos elegido. El camino de la felicidad es el más difícil, el que implica más renuncias y más esfuerzo. Y ella es un ejemplo paradigmático. En fin, una actitud positiva y humorística ante la vida, que le permite que el organismo fabrique un nivel idóneo de endorfinas, lo justo para ser más felices. Francine saborea el placer del bosque en connivencia con los sentidos, baja el ritmo y el ruido del estrés, disfrutar de lo bueno de cada día, practicar la conciencia plena, concentrarse en el aquí y ahora, cultivar la gratitud, y agudizar el sentido de propósito enfatizando lo positivo de cada situación o circunstancia. Su respuesta frente a la vida es reír y tratar de ser siempre una persona agradable.

Por todo ello, amigo lector, ¡sé un ser humano positivo! No te disgustes por las pequeñas cosas que, además, forman parte de la vida misma. Busca activamente el humor en la vida diaria y rodéate de humor. Hay muchas personas a las que se les escapa la vida, no la viven con intensidad; no viven la vida, más bien lo que hacen es "matar el tiempo"; no son capaces de contemplar y disfrutar de la maravilla de una clavelina, con su color, perfume y fragancia. La música estimula la secreción de endorfinas y también nos hace más felices. Para Francine, sentirse feliz es la mayor riqueza de la que podemos disponer, el mejor activo para nuestra salud, la clave de nuestra autoestima personal. Vivir feliz es el mejor complejo vitamínico, son los auténticos antioxidantes que impiden la destrucción y muerte celular. Percibirse feliz es una suerte de dicha personal que nos acerca a la armonía del universo, y ahí encontramos la sonrisa siempre presente de Francine buscando la felicidad... Centrarnos cada vez más en pequeñas cosas (¡Qué maravilla este amanecer!) nos genera una percepción positiva de la vida, una estimulación cerebral compatible con el bienestar emocional y con la armonía de la naturaleza.