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JENNIFER MAGAZ LOBETO | Pedagoga, especialista en el método Montessori | Diálogos occidentales

"El fracaso y el acoso escolar nos advierten de que algo no funciona"

"Las pedagogías alternativas respetan al niño, lo que puede facilitar que se convierta en una persona con mayor confianza en su potencial"

Jennifer Magaz, en la Casa de Cultura de Luarca. A. M. SERRANO

Jennifer Magaz es diplomada en Magisterio y Pedagogía. Dirige un centro de Gijón especializado en pedagogías alternativas. Esta venezolana afincada en Gijón aspira a cambiar el mundo desde la educación. Su máxima: más respeto para los niños. Recientemente, estuvo en Luarca para participar como ponente en las VII Jornadas "José Luis González García" organizadas por Comisiones Obreras de Valdés.

- ¿Cómo valora las jornadas organizadas por Comisiones Obreras de Valdés? ¿Son necesarios estos encuentros?

-Es una gran iniciativa. Proporciona un lugar para la reflexión y se crea un ambiente muy especial entre personas que tienen grandes inquietudes. Poder dar a conocer los distintos tipos de pedagogías más extendidas hoy en día sirve para llegar a más personas, familias y profesionales, que quizá no conocen o no creen posible que haya otras formas de relacionarse con los niños y de educar.

- ¿Por qué es tan necesario cambiar de pedagogía en los centros educativos?

-Llevamos arrastrando la herencia que la revolución industrial nos dejó en su momento. En aquella época, la escuela buscaba cuidar a los hijos de los obreros y "adoctrinar" a futuros trabajadores para sus fábricas. Los timbres, la entrada a las aulas, la disposición de los pupitres? todo ello se asemeja al funcionamiento de la industria en sus comienzos. Hoy en día necesitamos adultos que sean críticos con la sociedad en la que vivimos, creativos e innovadores, que se adapten a los tiempos actuales. La escuela tradicional no ayuda a esto.

- ¿Qué se necesita para facilitar el cambio en el sistema educativo y en la sociedad?

-Cambiar la imagen que se tiene de la infancia y el objetivo que buscamos con la educación.

- En ese camino, ¿echa de menos más implicación de los profesores?

-Creo que hay un gran movimiento dentro de las escuelas públicas que buscan un cambio dentro de las administraciones. Cada vez son más los profesores y profesoras que no están contentos con la estructura que mantiene la escuela tradicional. En la charla que celebramos en Luarca así nos lo transmitieron, señalando que, si las propias consejerías y el Ministerio no son más flexibles en este sentido, poco pueden hacer por sí mismos. Por otra parte, con tanto recorte en la Educación el profesorado ya está bastante saturado con responsabilidades como para asumir más aún.

- ¿Qué pueden hacer las familias?

-Por regla general, las familias están bastante comprometidas e involucradas en la educación de sus hijos. Creo que lo que necesitan es más información y facilidades para que puedan elegir qué educación es la mejor.

- ¿Por qué animaría a los padres a decantarse por pedagogías alternativas, como la Montessori?

-Porque, por lo general, la mayoría tienen en común que respetan al niño, su esencia y su ritmo evolutivo, lo cual puede facilitar que sea una persona más feliz, más creativa, innovadora, y con mayor confianza en su potencial.

- ¿Qué aportó que no se conoce tanto en el mundo educativo María Montessori?

-El respeto y la confianza en el potencial del niño. Generar emoción en el niño, pues sin emoción no hay aprendizaje.

- En materia de educación, en casa y en los centros educativos, ¿qué se hace mal cuando se habla de crianza?

-Es complicado decir que algo se hace mal o bien, sobre todo cuando hablamos de familias, ya que cada una educa de la mejor forma que puede y conoce. Quizá el error más común sea el miedo. El miedo a que, si no educamos con gran firmeza y autoritarismo, los niños y las niñas puedan llegar a ser tiranos. Los niños y niñas aprenden a relacionarse con otros y a resolver conflictos de la manera en que nosotros lo hacemos con ellos. Son grandes imitadores.

- Su apuesta educativa es diferente y única en Asturias. ¿Tiene esperanza en que cambien las cosas?

-Sí, y ya están cambiando. Una muestra de ello es la charla impartida en Luarca, en la que se consideran las pedagogías alternativas como un posible motor de desarrollo en el ámbito rural. Otra es la gran demanda del profesorado de la educación convencional en formación en pedagogías alternativas; cuando un centro de profesorado y recursos organiza jornadas sobre esta materia, tiene un gran éxito.

- ¿Se necesita un gran pacto por la educación?

-Sí. La base de una sociedad sana y cohesionada es la educación. En el niño se construye el adulto de mañana. El fracaso y el gran aumento del acoso escolar, entre otras cosas, nos están advirtiendo que hay algo que no está funcionando.

- ¿Se debería educar más en inteligencia emocional?

-Sin duda. La inteligencia emocional ayuda a que los niños y niñas aprendan a conocerse mejor y a gestionar sus emociones, lo que les ayudará en sus relaciones futuras y a ser personas felices. Nuestro cerebro tiene dos partes: una emocional y otra racional. La educación emocional ayuda a encontrar un equilibrio entre ambas y a a tomar decisiones y resolver conflictos.

- ¿Relaciona el fracaso escolar o incluso la delincuencia con una mala educación, con una mala base pedagógica?

-Sería muy arriesgado meter en el mismo saco la delincuencia y el fracaso escolar. No obstante, la falta de motivación y de confianza en uno mismo, debidas en gran parte a una educación autoritaria, basada en castigos y recompensas, sin atender sus necesidades reales y sin respetar el ritmo de cada niño, junto con el ritmo de vida que llevamos y el poco tiempo de calidad que pueden dedicar las familias para estar con sus hijos, son algunas de las causas del fracaso escolar y de que muchos niños y niñas puedan albergar sentimientos de resentimiento, baja autoestima, falta de empatía? lo que podría generar grandes problemas emocionales. La falta de perspectivas de desarrollo personal y laboral que afectan a muchos sectores de la población es otro gran caldo de cultivo que puede llevar a las personas a delinquir.

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