No tardó en llover ayer en Luarca. A primera hora de la tarde llegó la nube y, con ella, la duda sobre si saldría o no la procesión del Cristo del Perdón, la segunda de la famosa y seguida Semana Santa luarquesa. En la Real Hermadad del Nazareno saben que si llueve no es posible sacar a la calle esta talla sin riesgo de deterioro. "Esperamos al último momento y miramos mucho al cielo", dijo ayer, pocos minutos antes de las nueve y media de a noche, Enrique Pérez, vocal de la junta de la Hermandad.

El reloj marcaba las nueve en punto cuando se anunciaba la suspensión del acto religioso. El Cristo del Perdón lucía, como siempre, engalanado con flores, al fondo de la iglesia. No tardaron en llegar los fieles a mostrarle su respeto. Todos esperaban el paseo por Luarca, pero este año no pudo ser por la lluvia. "Tenemos una pena enorme. Trabajamos todo el año para poder celebrar estas procesiones", dijo apesadumbrado el Hermano Mayor, Evaristo Guardado.

Pese al mal tiempo, muchos acudieron a la iglesia de Santa Eulalia a ver las imágenes que se quedaron en casa: al Cristo del Perdón, pero también a las vírgenes Dolorosa y Verónica, y a San Juan, que hasta el sábado a las siete y media de la mañana permanecen cerca del Nazareno. "¿No salen?", preguntaban los porteadores. Muchos de los fieles colaboradores se llevaron de nuevo, enrollada bajo el brazo, la túnica. Fue el caso del luarqués Pablo César Martín. "No pudo ser", dijo, mientras recogía su túnica.

Al margen de la suspensión, muchos se acercaron a la iglesia a rezar. El templo lució con una luz íntima y en silencio. A las diez menos veinte, en noche ya cerrada y con la amenaza de lluvia, la iglesia cerró sus puertas. Hoy está prevista la procesión del Nazareno. Hoy será otro día. Habrá que mirar al cielo de nuevo.