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Los ganaderos lo son todo en Somiedo

Lolo González y Diego Cobrana están separados por 40 años y unidos por una profesión que se mantiene gracias a la protección de un territorio que no podría vivir del turismo sin ellos

Los ganaderos lo son todo en Somiedo

Manuel González Rodríguez, "Lolo", de Villar de Vildas, y Diego Cobrana Riesgo, de Valle del Lago, son dos ganaderos somedanos separados por cuarenta años. Son el pasado y presente del sector ganadero del concejo, uno de los más importantes en el tejido socioeconómico y clave en el desarrollo del Parque Natural de Somiedo que este año celebra su trigésimo aniversario. Ambos coinciden en que la protección del espacio ha servido para desarrollar el sector y pasar en treinta años de ganaderías con quince vacas como mucho a grandes explotaciones como las de hoy. "Aquí no había nada, por no haber no había ni carreteras ni pistas, éramos lo más pobre de Asturias y se creó el Parque, que salió adelante y dio sus frutos", afirma Lolo González, de Casa Juanito.

Ya está jubilado a sus 66 años pero sigue formando parte de la Junta del Parque como representante del valle del Pigüeña. Fue uno de los ganaderos que en 1988 apostó por el desarrollo del espacio protegido, pese al desconocimiento de lo que iba a suponer: "Había dudas, pero había poco ganado, pocos recursos y no había puestos de trabajo, para la mayoría de la gente fue bueno y los hechos están aquí".

El Parque de Somiedo se convirtió al poco en ejemplo para otras zonas de España y resto de Europa. Muchos jóvenes ganaderos ya lo conocieron desde su niñez. "Ha supuesto mucho e influyó en las ventas por tener ganado en calidad en extensivo, y también en las subvenciones que empezamos a recibir y que permitieron aumentar las explotaciones, aunque también tenemos normas que respetar porque hay un seguimiento muy intenso", estima Diego Cobrana, ganadero por pasión desde los 21 años.

En Somiedo están algunas de las principales ganaderías de la región, sobre todo de raza asturiana de los valles. Sólo en Villar de Vildas hay mil cabezas. Aumentaron las explotaciones, las modernizaron y comenzaron a recuperar el manejo en extensivo, a llevar los rebaños a pastar a las brañas en los meses de primavera y verano. "Sólo se pudo hacer porque vinieron ayudas que hicieron las pistas, fueron unos años muy buenos, pero ahora las ayudas bajaron por lo menos un 60% ", explica González.

Las pistas dejaron tres horas de caminata hacia los pastos en un cuarto de hora en vehículo. A día de hoy, Cobrana lleva sus reses a los altos que hay alrededor de El Valle y el entorno del Lago y acude a visitarlas a caballo o en quad, lo que le permite disfrutar de una vida mucho más ligera en los meses del estío. También en Casa Juanito, la vida es mejor desde que tienen las infraestructuras agrarias: "Ahora abrieron la pista de la braña La Moral y va a ser muy bueno porque en este pueblo hay mucho ganado".

Veterano y joven ganadero tienen claro que su profesión es el principal sostén del Parque. "La ganadería lo es todo aquí, también el turismo pero si no hay ganaderos esto se va abandonado y va a acabar como la selva. El miedo que tengo es que pase como en Cangas del Narcea y esos incendios que vimos por falta de limpieza", advierte Diego Cobrana, quien pide permiso para quemas controladas: "Los ecologistas se oponen pero es que disparan con pólvora ajena y no hay políticos fuertes que les aguanten; nos están metiendo en un puño". Le secunda Lolo González: "Esto es una cadena y no lo levanta nadie si se acaba la ganadería, la casa que se cae no se levanta y aquí no va a haber osos ni nada".

Precisamente son los osos el emblema del Parque Natural y uno de los motivos que inició su desarrollo. "Se puede convivir perfectamente, no da ningún problema al ganado, como los lobos y los jabalíes. Son necesarias unas cacerías controladas para regular la población", estima Cobrana.

Este joven comenzó hace cinco años gracias a una subvención para nuevas incorporaciones que le otorgó 28.000 euros con los que compró 26 animales. Hoy tiene 45 madres. "Se necesita una media de cincuenta reses para subsistir y vivir un poco bien, aunque lo mejor es tener unas 150 vacas; yo animo a la gente a que lo hagan y vivan en los pueblos, que están muy deshabitados, porque ser ganadero ahora no es como antes".

Pero Lolo tiene una visión más pesimista: "No lo veo muy claro; los terneros valían más hace treinta años que hoy, las subvenciones bajan y es difícil para un joven comenzar porque son muchos euros los que poner".

Pese a las complicaciones y los palos en las ruedas para el carro de los ganaderos, el Parque Natural de Somiedo ha supuesto su desarrollo y profesionalización. Y ellos devuelven el favor cuidando el territorio, porque saben que son claves en conservar el paisaje, la flora y la fauna.

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