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Trigésimo aniversario del parque natural

Somiedo: la riqueza que da una casa en ruinas

Adriano Berdasco y Agapito Lorences fueron pioneros en apostar por el hoy pujante turismo rural tras reformar viejas propiedades

Adriano Berdasco, en Villar de Vildas. SARA ARIAS

Al albor de la creación del parque natural de Somiedo en 1988, cuyo trigésimo aniversario se celebra este año, surgió un nuevo sector de desarrollo que vino a renovar -más bien a fundar- el sector servicios en el concejo y crear un nuevo tejido económico que ha crecido a un ritmo pausado pero eficaz, el turismo rural. Somiedo tiene hoy un sector fuerte y puntero en Asturias que ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos, sortear la crisis y evitar caer en la masificación.

Un nuevo tipo de negocio que llegó a comienzos de la década de los noventa para ofrecer a los turistas una experiencia de inmersión en la aldea y su entorno. Fue una apuesta audaz de muchos somedanos que vieron en las antiguas propiedades familiares una posibilidad para generar recursos. Por un lado, generaron riqueza, para el pueblo y para ellos mismos; por otro, frenaron el deterioro y desaparición de antiguas construcciones en desuso que, de no ser hoy coquetos hoteles y apartamentos, estarían desaparecidas.

Adriano Berdasco, en Villar de Vildas, y Agapito Lorences, en Caunedo, fueron dos de los primeros vecinos que apostaron por el turismo rural y, a día de hoy, siguen en funcionamiento. "Tenía una casa e hice seis habitaciones y un salón; en el pajar, un apartamento adaptado para discapacitados y luego hice un estudio que tiene mucho éxito porque es muy original", recuerda Berdasco, quien impulsó "La Corte" en 1994 cuando al pueblo somedano aún había pista y un sólo teléfono para todos. También en Caunedo, Lorences cogía las reservas y llamaba de una tacada una vez a la semana desde Gijón.

"Teníamos una casa que había que arreglarla y, por otra parte, en ese momento se acababa de declarar el parque natural y las expectativas eran buenas, aunque no dejaba de tener un riesgo", rememora Lorences, que comenzó su negocio rural en 1990.

Una década en la que Somiedo comenzó a recibir cientos de visitantes, sobre todo los fines de semana, detalla, en busca de un espacio protegido, verde y rocoso, con lagos y cuevas y con una fauna salvaje dominada por el rey de los bosques, el oso, que comenzaba una leve recuperación de la especie, a punto de extinguirse por aquel entonces. El oso sigue hoy siendo el rey.

De hecho, fueron los plantígrados uno de los motivos que impulsó la creación del Parque, donde iniciaron su recolonización al resto del territorio asturiano. "Fundamentalmente es un turismo de naturaleza, también familiar, pero está claro que vienen buscando montaña, es un turismo muy particular y principalmente de gente joven", señala Lorences quien ya está jubilado y ha modificado el tipo de negocio a vivienda vacacional para poder seguir al frente, pues la normativa no le permite continuar como casa rural.

No cabe duda que la declaración impulsó el nacimiento de numerosas casas rurales. "El parque natural favoreció a todos independientemente de lo a lo que se dedicasen, es un valor añadido, pero no lo supimos apreciar al principio por esa cosa de vergüenza. Yo estoy muy orgulloso de esto, de dónde vengo, y por eso siempre atendí a los clientes como soy, en madreñas", sostiene Berdasco, quien estima al igual que Lorences que el turismo rural es distinto.

Pero Berdasco, también jubilado y con el negocio en arriendo, dice que está harto del turismo de "factoría, de pulserita" y teme que Somiedo pueda convertirse en eso, por lo que está "totalmente" de acuerdo con que las restricciones que impone el Parque a los turistas, "y a los vecinos, también".

Por eso cree que Asturias, y Somiedo en particular, tiene que primar "la calidad en mayúsculas y no la cantidad, estamos en un entorno natural y tenemos que explicarles nuestras raíces, qué se hacía y qué se hace, si no el turismo rural no tiene ningún sentido". La misma tesis que respalda Lorences: "Es algo muy personal, hay que dedicar tiempo a los clientes, les gusta hablar con los propietarios y conocer el entorno, explicarles las rutas y, según la climatología, que ese día vaya a un sitio u a otro".

Por el tipo de hospedados y el de los negocios del concejo, Lorences rechaza una masificación turística. "Hace muchos años que no se abren nuevos establecimientos, son todos familiares, y no hay tanta infraestructura, la crisis se nota aunque hubo un repunte el año pasado".

El futuro del parque natural lo ven muy positivo en vista de la tendencia de crecimiento de los últimos dos años pero creen que el sector debe esforzarse por cumplir con la máxima calidad y sostenibilidad. Desde mejorar y mantener los establecimientos a mejorar los precios, propone Lorences, pues considera que debido a la competencia que hay con otros lugares se deben de dar las mejores condiciones posibles para seguir atrayendo al turista.

Berdasco, por su parte, apuesta por la educación del turismo: "Eso es saber explicar lo que es vivir aquí, y que podemos estar en la Gran Vía y en Villar de Vildas con los mismos servicios, como internet. Tenemos de todo y hay que coordinarse mejor para poder explicarlo bien porque si no, se termina el turismo rural, creo que hay que evolucionar porque no están reñidos internet con los bancos de madera".

Transformación y progreso, manteniendo las raíces para hacer comprensible el espectacular territorio somedano y la máxima protección para el paisaje, fauna y etnografía.

Unos mimbres que hacen de este concejo suroccidental una de las joyas del patrimonio natural de los asturianos, capaz de atraer a miles de turistas cada año, quienes también dan buena cuenta de su gastronomía y la hospitalidad de sus gentes. Pioneros en el turismo rural.

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