Novecientos veinte alumnos de más de sesenta centros educativos del Principado se sumaron este año a la vigésima quinta Olimpiada Matemática asturiana, pero sólo unos pocos llegaron a la final y fueron galardonados por sus brillantes resultados. Entre ellos estuvo el taramundés Miguel Méndez, estudiante del Instituto Elisa y Luis Villamil y único representante de los centros de la comarca occidental con un puesto entre los diez mejores de su categoría.
"No contaba con ello", reconocía el joven taramundés poco antes de asistir a la entrega de premios. En el acto, celebrado el jueves en Gijón, se enteró de que no solo había logrado un puesto entre los diez estudiantes más destacados, sino que era uno de los tres mejores de la categoría B (para alumnos de tercero y cuarto de la ESO) en la que concursó. "Estoy muy contento. Es una buena experiencia", apuntó este joven de 15 años.
Méndez, natural de la localidad taramundesa de Lourido, estudia tercero de ESO, es un apasionado del ajedrez y ya tiene claro que cuando termine su formación en el instituto veigueño le gustaría estudiar Matemáticas. "Desde pequeño me gustan los números", confiesa. La docente de Matemáticas Sandra Gavino, que este año se ocupó de coordinar la participación del instituto veigueño en esta cita regional, asegura que Méndez es "muy bueno". Aunque no le da clase, explica que durante la preparación despuntó rápidamente: "Cuando hacíamos los ensayos se le notaba, tiene mucha capacidad. De todas maneras, él no contaba quedar tan bien porque la final fue más difícil", añade.
Gavino hizo posible que este año el instituto veigueño volviese a tener presencia en la Olimpiada matemática, que organiza la Sociedad Asturiana de Educación Matemática (Sadem) "Agustín de Pedrayes". En total preparó a ocho estudiantes, que se sumaron esta vigésimo quinta edición de la cita, que tuvo una participación de récord.
Para la docente estos campeonatos son muy positivos porque ayudan a los jóvenes a relacionarse con otros chavales de su edad y también "a salir de su zona de confort y vivir otras situaciones". Y añade: "Les viene bien y también les ayuda a ver la parte divertida de las matemáticas".
Este año se pusieron a trabajar con un mes de antelación, pero Gavino, que está a punto de cerrar su tercer curso como docente en el Elisa y Luis Villamil, ya le está dando vueltas a cómo mejorar la preparación de los seleccionados para la próxima convocatoria. "Quiero prepararlos con más tiempo. A los que les doy clase ya les voy poniendo algún ejercicio de los de la Olimpiada para meterles el gusanillo", añade.
