¿Qué espera para el año que viene en el mundo de la gastronomía?

Me gustaría que cerraran menos restaurantes y que hubiera nuevas propuestas que triunfaran generando empleo y riqueza; y que con nuestro trabajo y pasión, los cocineros seamos embajadores de nuestra cultura, preservando la memoria histórica de nuestras tradiciones y valores.

Desde nuestra conciencia, primero gastronómica, luego social y medioambiental, me gustaría que el nuevo papel de prescriptores que nos han adjudicado a los chefs nos permita defender y atraer el apoyo institucional a aquellos pequeños productores que miman el lujo asequible de los productos más cercanos.

Debemos contagiar la sensibilidad hacia ese consumo sostenible que apuesta por la proximidad y trata de ser respetuoso con el entorno. En casa, esperamos seguir manteniendo el compromiso con la creatividad y la vanguardia al más alto nivel.

¿Qué cree que debería mejorar en nuestra sociedad?

Me gustaría ver cómo el talento, la creatividad y el compromiso con la excelencia impulsan y reflotan la economía y el espíritu de nuestra sociedad. Para desarrollar esas potencialidades son imprescindibles una formación y una educación de calidad y universal, que estimulen la generación de ideas.

Sólo así es posible un nuevo enfoque. También necesitamos una educación en la nutrición, dentro y fuera de las aulas, sensible al impacto que tiene nuestro consumo sobre el entorno y sobre nuestra salud física y psíquica.