Debe ocupar un lugar privilegiado entre las más destacadas producciones de la factoría Pixar, tanto por sus cualidades técnicas, con un diseño y una estéticas soberbios, como por un argumento que convierte al público en espectador privilegiado, sobre todo, de la Tierra de los muertos, el colorido mundo paralelo poblado por generaciones de personas que murieron y abandonaron la Tierra de los Vivos desde tiempos inmemoriales.

Un escenario tan fúnebre como festivo, con una capacidad de atracción extraordinaria, que es el decorado único en el que se mueve Miguel, un niño encantador pero que se siente desgraciado porque vive en el seno de una familia que ha prohibido en su hogar la música, algo que choca de bruces con el deseo del muchacho de seguir los pasos de su verdadero ídolo, el cantante y mariachi de Santa Catalina Ernesto de la Cruz, un auténtico mito en todo México.

Lo peor es que sus antepasados, los tatarabuelos del muchacho, le han ubicado en la encrucijada de tener que elegir entre familia o música. Los excelentes resultados a todos los niveles de Coco no proceden de la casualidad, sino del elaborado y considerable trabajo de los responsables de los estudios Pixar, sin duda la élite en este caso de la factoría en el campo de la animación digital.

No en balde el director, Lee Unkrich, tiene en su poder dos Oscar al mejor largometraje animado, en concreto por Buscando a Nemo y Toy Story 3, en tanto que el codirector y guionista Adrián Molina ha efectuado una labor in situ, desplazándose a México durante varias semanas para empaparse de la cultura del Día de los Muertos.

De este modo el relato adquiere una consistencia nada frecuente en este tipo de películas. La historia de Coco tiene mucho, por supuesto, del argumento de Buscando a Nemo, puesto que el objetivo prioritario de Miguel, consciente de que ha de luchar contra la desdichada decisión de su familia de prohibir la música, una circunstancia que le ha llevado a seguir la pista de Ernesto de la Cruz desde la Tierra de los Vivos, es encontrar a su cantante predilecto.