Siempre lo tuve claro, pero entiendan que no me atreviera a decir lo que voy a decir sin riesgo a que me tildasen en el curro de pijotero y mamón. Ahora lo puedo gritar a los cuatro vientos: ÜÜ¡Los cirujanos somos más altos y guapos que los médicos!ÝÝ; y no me ruborizo por ello, lo publicó nada más y nada menos que la prestigiosa, acreditada, célebre, gloriosa, egregia y excelsa revista médica ÜÜBritish Medical JournalÝÝ. Las estadísticas hablan, chiquitines, el ÜÜíndice de guapuraÝÝ, que iría del 1 al 7, según un patrón fotográfico elaborado por ochos féminas, muy versadas en la materia, dan la siguiente puntuación: cirujanos (4,39) y médicos (3,65). ¡Casi un punto de diferencia en el índice de guapura! Eso sí que es estadísticamente significativo. A vosotros, que os vuelven locos las estadísticas, pues toma estadística que os preste. A lo mejor, tal vez, con alguna reserva, pudiera ser que seáis un pelín más listos. Ahora bien, hasta que la susodicha revista no lo ponga en evidencia, en listura andamos a la par. Por el momento en altura y guapura os sacamos ventaja.

Y eso, ¿a qué responde? En la vida todo tiene una explicación, y si ésta no se encuentra, se inventa. Después de mucho cavilar, y siguiendo esquemas freudianos, pienso que la guapura del cirujano procede de una frustración del subconsciente. En el fondo los quirúrgicos tenemos espíritu guerrero, esgrimimos el bisturí sublimando a la espada. Vamos derechos al mal, servidor cada vez que coge el bisturí para abrir una pancha exclama para sus adentros ÜÜ¡Santiago y cierra España!ÝÝ, y ¡riquiate! mondongo al oreo. Atacamos con nuestra espada terapéutica de frente, lo mismo que Alejandro Magno. Y no me discutirán que el gran conquistador no era lindo. Esta faceta estética del luchador la heredamos los que combatimos pus y tumores con el corte de nuestros instrumentos.

Cosa muy distinta es la de los médicos. Su subconsciente flota entre el empirismo y la brujería, le doy al enfermo tanto de esto, quito tres de lo otro, le añado cuarto y mitad de bórico y que lo tome media hora antes de las comidas, si la cosa no va le pedimos una RMN de hipófisis y una ecografía de testículo derecho. Como se aprecia con el ejemplo, el internista algo tiene de brujo. No merece la pena comentar cómo la iconografía popular representa a los brujos. De apolíneos más bien poco.

En fin, creo que me metí en un terreno del que no sé como salir. Por si acaso, rectifico en parte, ellos también son guapos y un pelín más listos. Y tanto los guapos como los más guapos de mi hospital les deseamos un feliz año 2007, a poder ser sin tener que visitar a los guapos y menos a los más guapos.