Llegado a las Palmas el sábado enciendo el móvil y me entero de que ya no estás con nosotros, me entero de que ya no voy a tomar más culines de sidra en Casa Justo contigo, me entero de que ya no te voy a encontrar en la calle Cabrales como cuando me decías que iba a cortejar a la que hoy es mi mujer, me entero de que ya no te voy a encontrar en Begoña hablando con todo el mundo. Al «abogáu» le gustaría poderte haber dicho muchas cosas y, como no he podido, te las plasmo en estas líneas. Reconozco que te cogí mucho aprecio porque siempre hablabas maravillas de mi padre y sabes lo que eso significaba para mí; quizá fuese porque siempre estabas pendiente de mi trayectoria deportiva y personal, apoyando a mis padres en los buenos y en los malos momentos; quizá sea porque eres un gijonés de la cabeza a los pies, un sportinguista de los de verdad y respiras el rojo y blanco de nuestra ciudad y nuestro club; quizá sea porque eres un buen padre, un buen abuelo, un buen amigo, y un gran rey mago en las cabalgatas de Gijón. No sé si son bastantes cosas, «amiguín», pero para mí significan mucho.

Recuerdo el día que te llame y te dije que me había llamado el Real Sporting de Gijón, te emocionaste y te echaste a llorar como lo hubiese hecho mi padre, y eso no se me olvidará nunca; más adelante, cuando te dije que para mí entrenar al Sporting era lo más importante que me podía pasar y que se lo debía a mi padre, te volviste a poner a llorar como un guaje y me dijiste que, como sportinguista, para ti era algo maravilloso, pero que entendías mis dudas sobre si era el momento de aterrizar en Gijón. Que sepas que tú eras una de las personas por las que me hubiese gustado triunfar en mi ciudad, pero estate tranquilo, algún día desde allí arriba y junto a mi padre me veréis triunfar en Gijón.

Bueno, Dioni, me quedan muchas cosas que decirte, pero con estas pequeñas líneas espero que sepas lo mucho que tanto yo como mi familia te queríamos; cuando llegues ahí arriba y te encuentres a tantos y tantos rojiblancos como Jesús Castro, Pepe Ortiz, Florín, Emilio, Molinuevo..., júntalos, tomate un culín con todos y cuéntales tus historias, seguro que no se van a aburrir. ¡Ah!, cuando veas a mi padre dale un abrazo y dile que le echo mucho de menos.

Aquí el fútbol, el basket, Gijón y los «gijonudos» te echaremos mucho de menos, pero tu recuerdo siempre estará entre nosotros.

Hasta siempre, «amiguín».

Josu Uribe es entrenador de fútbol.