Se podrá estar a favor o en contra de determinadas actuaciones del Gobierno de Aznar, pero lo que hoy nadie duda es que la gestión económica realizada en el período 1996-2004 fue la más brillante de la democracia. La situación que les dejaba el PSOE no podía ser peor. La altísima tasa de paro, el déficit de las cuentas públicas, el de la Seguridad Social, la baja renta por habitante, etcétera, conformaban un escenario nada halagüeño. Realmente, recibieron un barco parado y a la deriva.

Pero las reformas realizadas por Rodrigo Rato, el rigor con el que se llevaron y el acierto de las mismas, hicieron que España se convirtiera en el estado más próspero de la Unión Europea. Si a ello unimos una larga etapa de expansión a nivel mundial, comprenderemos el crecimiento de los últimos años.

Al contrario de la España recibida por Aznar, la que se encuentra Zapatero es radicalmente distinta. El barco estaba en marcha, la velocidad de crucero era altísima y el rumbo, el adecuado. Si le unimos que el viento y la mar de la economía mundial seguían siendo favorables, podemos entender los buenos resultados de 2004 a 2006.

Pero, como todo buen marino sabe, el rumbo de un barco hay que modificarlo cuando las circunstancias lo requieren. De lo contrario, no se llega al destino deseado. Y el Gobierno de Zapatero no tomó las medidas estructurales necesarias para cambiar un modelo económico que se agotaba. La construcción y el negocio inmobiliario llegaban a su final idílico. Desde principios de 2007 se veía que los motores ya no funcionaban, y sólo el efecto arrancada, que todo barco tiene antes de pararse, hacía que se negase la realidad. Pero en el último semestre la situación se tornó insostenible.

Se intentó tapar con medidas electoralistas (cheque-baby, permisos paternidad, dentista, subvencionesÉ), pero, como estaba previsto, no modificaron los males de la economía. El motor dijo basta, el barco se paró y comenzó entonces a ir a la deriva. Para colmo, los vientos y la mar internacionales estaban en contra.

Y en medio del temporal de 2008, llega Zapatero y nos dice que si gana las elecciones, nos regalará 400 euros. Una medida improvisada, demagógica, captadora de votos, que no resiste el más mínimo análisis económico, ni desde el punto de vista presupuestario ni de política fiscal. Una medida que demuestra una total falta de responsabilidad. Después de esta «ocurrencia», el barco no sólo está parado y a la deriva en medio de una tormenta, ahora está también metido en una intensísima niebla (el peor enemigo que se puede tener en la mar).

Seguro que algunos de ustedes se preguntarán si se podría estar peor. Y la contestación es un rotundo sí. Repitiendo Zapatero el 9 de marzo, seguro que el barco se irá al garete.