La reforma del Estatuto de Asturias no le interesa a nadie. Así ha sido y es en todas partes. En vísperas de la reforma del Estatut, la Generalidad publicó una encuesta según la cual sólo el cinco por ciento de la población tenía interés en ese cambio.

Aun así se planteó, pasó por mil piruetas, se atascó, ¡lo resucitó ZP!, apenas tuvo votos en el referéndum y pronto lo bendecirá el Constitucional. ¿Entonces?

Pues lo de siempre, a ciertas minorías influyentes les va la vida en ello, están organizadas e imponen sus criterios a la inmensa mayoría.

En Asturias, y ahora, lo mismo. Por eso no tiene sentido que Gabino de Lorenzo dé la batalla de la defensa de Oviedo en semejante terreno.

Como Gabino está rodeado de una corte socialista siempre piensa en socialista y en este caso, lo mismo. Pues no, alcalde, la defensa de Oviedo y de su capitalidad no depende de una ley salvo para la visión burocrático-política de la izquierda. Un PP liberal (?) debería tener la visión opuesta. ¿Cuál es?

La defensa de Oviedo sólo puede venir de la sociedad civil y del arte del Ayuntamiento para secundar -nunca encabezar- iniciativas de la sociedad civil.

De lo contrario, más sangría: media Universidad, la TPA, parte de la Audiencia, el Museo de Bellas Artes jibarizado -¡con la correspondiente destrucción de un palacio barroco ante un silencio cómplice general!- y así mil cosas más.

Gabino de Lorenzo no puede hacer un análisis socialista o permitir que su corte se lo haga. La defensa de Oviedo -la defensa liberal, no cabe otra- no depende de una o varias leyes, entre otras cosas, porque quien hace la ley hace la trampa.

Depende, insisto, de secundar -nunca dirigir- desde el Ayuntamiento las mejores iniciativas de la sociedad civil. ¿Cuáles? Por ejemplo, la temporada de ópera -la principal industria cultural asturiana- construyendo un nuevo teatro lírico.

Así y sólo así se defiende a Oviedo: una capital de hecho y no sólo retórica o de papel o apenas de derecho.