Todo el mundo esperaba a que se celebraran las elecciones y se constituyera un nuevo Gobierno para imprimir un nuevo rumbo, tras cuatro años de crispación. Pero varios hechos indican que la incertidumbre se ha instalado en nuestros dos principales partidos.

Después del 9 de marzo, el PSOE repetía que estaba más cerca de la mayoría absoluta que en 2004. Pero la elección en segunda vuelta de José Bono como presidente del Congreso y (previsiblemente) la repetición de la jugada con Zapatero revela dificultades para conseguir mayorías claras en los próximos meses.

Y es que los socios de ZP necesitan alejarse de él. ERC e IU, porque casi desaparecen, tras la absorción de sus electores por el «voto útil» zapateril. El PNV, porque está a pocos meses de elecciones autonómicas (lo que le hace acentuar gestos soberanistas con el mundo aberzale). Y CiU, oposición en Barcelona, reveló el porqué en campaña: los nubarrones económicos (caída del 27% en la venta de pisos; descenso del 15% en la compra de coches; inflación cercana al 5% É y aumento del desempleo, hasta situarnos sólo mejor que Eslovaquia en Europa) amenazan con desgastar al PSOE. ZP espera que la desaceleración dure poco, pero la prensa anglosajona insiste con escenarios de terrorÉ de años de duración.

En el PP tampoco hay tranquilidad. La apuesta por la «moderación» de Rajoy (con el nombramiento de Soraya Sáenz de Santamaría como portavoz en el Congreso) ha enfadado: a los apoyos mediáticos, a la vieja guardia y a los aspirantes a la sucesión. Y si parecía que Rajoy iba a afrontar un congreso tranquilo, hay rumores de rebelión, protagonizados por la mujer con más peso en MadridÉ y por el ex director de un organismo internacional. Así que no, no está claro qué pasará con unos y otros.