Cuando a las diez de la noche del pasado martes se oficializaron los resultados de las votaciones aún calientes, me acordé de Julio Rodríguez, el anterior rector, y de Fernando Valdés Salas, el fundador de mármol presente, ahora blanco del autoodio universitario.

Citando a Julio, felicité a Gotor y después a Julio Rodríguez junior. Espero que el nuevo rector lo recuerde en su discurso de investidura, ya que el saliente ni lo mencionó en la apertura de curso, apenas nueve meses después de su fallecimiento.

Digo nuevo rector porque me parece que no cabe ni sombra de duda. Vicente Gotor ha quedado a 71 centésimas de los apoyos necesarios y su contrincante Paz Andrés a 2.744 centésimas, una relación de 1 a 38. Si en una prueba de medio fondo el primer corredor está a un metro de la meta y el segundo a 38 metros, ¿alguien dudaría del resultado? Salvo que se abra una ventana cuántica y el correspondiente agujero de gusano trasporte a Gotor a una galaxia lejanísima o que un golpe como el del 34 interrumpa toda actividad universitaria, la próxima semana se producirá una votación de trámite y el catedrático de Química alcanzará la dignidad de magnífico.

El resultado del martes da que pensar. En mi opinión, y lo he escrito ya un montón de veces, la Universidad de Oviedo es muy de derechas. En su día, Juan Vázquez, progre inequívoco, ganó, y por partida doble, porque un sector conservador que no podía ver ni en pintura a Julio Rodríguez se pasó a sus filas a cambio de un par de vicerrectorados. O más.

Si sumamos los votos de Gotor -conservador-, los de Cueto -consejero en un Gobierno del PP- y la mitad de los del transversal Santos González, la relación es de dos a uno frente a Andrés y su correspondiente extensión: quizá algo así resulte el miércoles que viene. ¿Por qué tanta asimetría?

Lo ignoro, pero es el dato de partida interno para los próximos cuatro años. El externo, la crisis económica, así que, Gotor, ya sabe: buenas noches y buena suerte. ¡Capitán, mande firmes!