el Oráculo predijo a Edipo de Tebas que cometería parricidio, por lo que su padre, el rey Layo, ordenó que lo mataran, la orden no llegó a ejecutarse -seguro que había huelga de justicia o bien una funcionaria de baja-, y años después Edipo, ignorando sus orígenes, regresó a Tebas matando a Layo y casándose con la mujer de éste, Yocasta, su propia madre, con la que tuvo hijos, por lo que Yocasta era madre y abuela a un tiempo.

La última soplapollez venida del Imperio deja en pura anécdota la historia de Edipo: en EE UU un hombre, que en el pasado fue mujer, siendo ahora hombre, en apariencia, se ha quedado embarazado/a, o sea, que por dentro sigue siendo mujer; o sea, nunca fue hombre, es decir, que será padre/madre de su propio hijo; o sea, el niño tendrá dos madres (madre, y madre/padre) y un padre (padre/madre).

¡Ya me he perdido! El único que podría poner orden y concierto en esta ensalada de despropósitos sexuales y extravagancias antinaturales es Freud, pero fijo que está revolviéndose en su tumba al ver que ni en sus más retorcidos sueños habría concebido mamonada tal.

Fijo que Freud, que no soportaba a los americanos, estaría de acuerdo en que sólo de allí podía venir algo así, ningún otro país del mundo educa a sus ciudadanos para hacer gilipolleces de ese tamaño, salvo tal vez España dentro de unos años, Educación para la Ciudadanía mediante.

Lo que me ha llamado la atención no son los discursos morales, éticos, seudocientíficos, teologales ni pontificales que el asunto ha despertado, sino que nadie haya reparado en lo más evidente.

Pensarán ustedes que me estoy refiriendo a que el/la sujeto en cuestión lo hace por dinero, para sacarse un buen sobresueldo, con el que podrá dar, esperemos, una buena vida a su vástago; ¡pero no! Eso, tan simple, podría ser propio de monstruos patrios como la/el que nos visitó en Lena hace unas semanas surgida/o de las entrañas de «Gran hermano», y cuya presencia aún hiede en nuestras, cada vez más, sucias y vomitadas calles (no sé si es que ahora se vomita más, se limpia menos o se sirve un garrafón aun de peor calidad).

¿Nadie ha visto que hay algo mucho más sencillo por encima de la genética, de la cirugía transexual, las tormentas de hormonas, la psicología, la psiquiatría, la sexología, la religión, el jugar a ser dioses, el afán mediático?

Dejo de hacerme el interesante. Lo que se esconde tras la cortina mediática, el revuelo de declaraciones, opiniones, exclusivas y fotos impactantes no es ni más ni menos que una gran impostura.

¡Sí, señores! Todo es mentira, el/la tío/a no está embarazado/a, la foto es un montaje, no hay embarazo sino un monumental engaño; se cobra por decir la mentira y luego, cuando todo se descubre, se vuelve a cobrar por confesar que era mentira, se escriben un par de libros y hasta puede hacerse una película? ¡Y que Iker no investigue esto!

Cuando Edipo descubrió lo que había hecho, se arrancó los ojos desesperado: hoy en día habría salido en todas las revistas y televisiones, e incluso podría hacer una serie sobre él; no habría necesitado ser rey de Tebas para vivir como un sátrapa oriental, hemos progresado.