Los años ya no nos dan para contar la cadencia de las gracias o de las desgracias. Hay que recurrir a las décadas. Van «diez años de sufrimiento», acaba de sentenciar el accionista mayoritario del Sporting, José Fernández, que se ha dado un sobrevuelo por Mareo al calor de ese ascenso que este año parece más cercano que nunca. Si esto fuera la historia sagrada, habríamos tenido que contar sólo siete años de vacas flacas, pero ya saben ustedes que el sistema decimal se impuso hace mucho tiempo en el continente, desde la Revolución Francesa, propiamente.

Ahora bien, la memoria recorta la longitud de las desgracias, porque Fernández habla de una década de dolor, pero se olvida de los años precedentes de desgobierno y de agonía en el club, con las aventuras rusas, con los fichajes absurdos, con entrenadores que embelesaban al presi, con tantos «echaos p'alante», y hasta con aquella intentona de que una bruja fuera a Mareo a pasar el agua. El agua la pasó, pero ni la más profunda nigromancia levantaba a aquel muerto.

Total, que Fernández presiente novedades en su corazón brujo y se plantó en Mareo, aunque sería injusto no recordar que a lo largo de la década del pánico ha hollado otras veces el césped de Mareo, siempre con carita de preguntarse «¿cómo ha podido pasarme esto a mí, que soy un triunfador?». Tras esta última visita, Fernández auguró que los mandos del Sporting no reincidirán en los errores. ¿Y él? Así que la década mala del Sporting está mejor encaminada que nunca, pero miramos al calendario de las décadas de gracias y desgracias y comprobamos que hay otra en ciernes. La alcaldesa Felgueroso está a punto de entrar en su año diez de gobierno municipal. Esto habrá que celebrarlo y narrarlo a lo grande.

La década de Fernández y de Felgueroso se cruzaron en 2001, cuando unos cientos de millones municipales se nos fueron a la compra de Mareo y de las marcas del club. Pero la década de Felgueroso contiene otros muchos méritos y aciertos de ese estilo.