Cuando los creativos del anuncio de fabada Litoral pensaron en «no hay prisa» como eslogan para su campaña publicitaria seguro que no lo hicieron únicamente porque la frase fuera fácil de recordar. Sin duda, andaban buscando un valor añadido para su producto. Algo que le diera al plato tradicional un toque de modernidad. Y dieron en el clavo, porque si algo se valora en la sociedad actual es, precisamente, la inmediatez propia del precocinado.

Y es que el progreso, más si hablamos del tecnológico, más si hablamos hoy de él, «Día internacional de internet», tiene un especial gusto por describir futuros donde la inmediatez si bien no acaba con el margen de error al menos lo mengua.

Eso sí, este futuro sí que no es inmediato. Porque hasta que llegue ese momento aún faltan cinco años, que es justo la media que, vayan a saber por qué, siempre barajan las estimaciones tecnológicas.

Así, por ejemplo y según IBM, ése es el tiempo que ha de pasar para que podamos encender y apagar todos los electrodomésticos de casa desde nuestro ordenador. O los que hacen falta para que sensores y softwares especializados nos den todos los datos sobre el clima, lugar de procedencia o calidad del suelo en el que creció el alimento que tenemos en nuestra nevera. O los años que quedan para que hagamos las gestiones bancarias a través del móvil, vayamos al médico por videoconferencia o trabajemos desde casa.

Faltan cinco años para eso y además, según un informe del banco de inversión estadounidense Goldman Sachs, para ver cómo las ganancias virtuales logran alcanzar los ingresos de la prensa escrita. Es decir, para ver el reinado del periodismo digital. Y aquí es donde la ventaja de la inmediatez se vuelve para muchos hostilidad.

Pero no sólo para los amantes de la lectura reposada, fieles del desayuno con periódico o defensores de la prensa escrita como único medio que permite la reflexión sobre la información. También se vuelve hostilidad para la empresa periodística.

Y no tanto porque el usuario de internet encuentre en la red la ventaja de la rapidez, lo que obliga a los medios a realizar informaciones casi en tiempo real, sino porque el usuario encuentra en su búsqueda justo la información que deseaba encontrar. Algo que ocurre porque los canales que suministran la información en la red se multiplican, lo que permite al receptor informarse con facilidad completando y contrastando las noticias con distintos medios de comunicación. Y esto es hostil porque diluye el liderazgo de opinión de los medios.

Sin embargo, lo que podría parecer la panacea del periodismo objetivo vuelve a encontrar la trampa en internet. Porque en este espacio virtual, igual que en el mundo exterior, también hay agentes que jerarquizan la información y con ella su importancia. Y no me refiero al interés de los usuarios, sino a los algoritmos que Google utiliza para ordenar la información. Unos criterios, que a diferencia de las leyes del mercado, son secretos.

No obstante, cómo se ordene en el futuro la información o las nuevas formas que buscará la empresa periodística para rentabilizar el producto informativo es algo que, en todo caso, no sabremos hasta dentro de 5 años. Así que, de momento, no hay prisa.