La verdad es que dio mucho de sí el viaje de nuestra Vicepresidenta del Gobierno a Níger, puesto que, al margen de lo políticamente correcto, que lo habría, la ilustración de imágenes desde allí fue del todo variopinta. Bueno, todo ello sin olvidar el escándalo que le produjo en primera persona a la propia María Teresa Fernández de la Vega (el que tengamos un apellido común nada indica, ni remontándonos a los tatarabuelos, como tampoco lo tuve con don Camilo, no obstante tener dos a falta de uno), cuando se fotografió con un «hombrón» que tenía no sé cuántas mujeres. Pienso que ahí no funcionó bien el servicio de información: que echen al responsable.

Pero, lo que sí me llama la atención dentro esa referida variedad de fotografías es una en la que está retratada con el presidente de Níger, Mamadou Tandja, y, sin recato alguno, la señora Fernández de la Vega, como decíamos abreviando en la época de chavales, «enseña pierna». Es decir, no sólo me llama la atención, sino que me produce hasta rechazo: no está como para enseñarlas precisamente. Dicen, incluso las mismas señoras en general, que hay edades para cada cosa y, aunque me queda la duda de cuál ha sido la perfecta edad de dicha señora para «enseñar pierna», ahora estimo que una falda donde le cubra de rodilla para abajo, probablemente estaría mejor y, añado yo, hasta más presentable.

Me queda la gran duda de si el Presidente de referido país miró o no alguna vez para los centímetros que su falda no cubría, vamos, para lo que quedaba al descubierto de sus piernas, pero de lo que sí estoy seguro es de que la lujuria no le invadió en ningún momento de la entrevista. Aunque, pienso yo ahora, «para gustos se hicieron colores». Eso sí, de colores no se libró dicha dama: los luce más que la reina de Inglaterra, que ya es decir.

Y volviendo al inicio, aunque el término canilla, al menos últimamente, observo que no se utiliza con tanta frecuencia, sí quiero copiarles dos acepciones, entre varias, que le dedica a este término la Real Academia Española de la Lengua. Dice la primera: «cada uno de los huesos largos de la pierna o del brazo, y especialmente la tibia». Dada la delgadez de María Teresa, lo de «huesos» le va que ni al pelo. Y la segunda, dice: «pierna, especialmente si es muy delgada». Creo que no tengo ni debo añadir nada más, porque las cosas se explican por sí solas.

Resumiendo, la repetida Vicepresidenta ha carecido de dos cosas en este venturoso viaje: de información y de asesor de imagen. ¡Qué fallo, Señor! Eso, que no se vuelva a repetir.