¿Se está organizando una nueva «beautiful people»? Esa es la pregunta que se hacen algunos socialistas en voz baja, temorosos de que algunos «amigos» terminen dando un disgusto al Gobierno y al PSOE. ¿Qué por qué éste temor? Pues porque el caso Taguas, ya saben, el que fuera director de la Oficina Económica de Moncloa, hombre de Miguel Sebastian, fichado por el lobby de la construcción, está provocando un fuerte malestar en la familia socialista, por mas que la disciplina les lleve a mantener silencio.

El Gobierno ha salvado la cara, parlamentariamente hablando, al haber conseguido que CiU les prestara sus votos para rechazar la moción reprobatoria presentada por Iniciativa per Catalunya contra el fichaje de Taguas por el lobby de las constructoras. Bien es verdad que antes el Gobierno se había exculpado a sí mismo a traves del Ministerio de Administracciones Públicas, dirigido por la ministra Elena Salgado, que se ha cubierto de gloria avalando que el señor Taguas ha hecho muy requetebien en fichar por los constructores porque según su buen entender la ley no se lo impide.

Es más que discutible que la ley no se lo impida, pero lo que no es discutible es que desde el punto de vista ético el asunto no se sostiene en pie. Ahora la dirección del grupo socialista,con José Antonio Alonso a la cabeza, y desde luego el Gobierno, quieren pasar página del asunto Taguas y esperar a que a todos se nos olvide, amén de creer que tanto lío es cosa de los periodistas madrileños, que hay que ver cómo somos, sacando punta a todo, pero que en el resto de las Comunidades, lo de Taguas no importa.

Ya digo que hay socialistas que en conversaciones de «pasillo»! y siempre «off the record» mustran su inquietud porque el Gobierno,con el presidente Zapatero como principal protagonista, no haya sido capaz de mostrar la más mínima sensibilidad sobre éste asunto que causa escándalo. Pero ademas, ya digo, hay socialistas que observan preocupados cómo se están conformando nuevos grupos de poder demasiado cercanos a figuras socialistas relevantes.

El caso Taguas es de los que pasan factura, puede que no a corto plazo, pero sí en algún momento, y si no al tiempo. Creo que al presidente Zapatero le está pasando lo que a otros presidentes, que por el mero hecho de ganar las elecciones por sgeunda vez creen que pueden hacer de su capa un sayo y terminan perdiendo sentido de la realidad porque empiezan a levitar. Alguien debería de aconsejarle que vuelva a poner los pies en el suelo.

Se está organizando una nueva «beautiful people»? Ésa es la pregunta que se hacen algunos socialistas en voz baja, temerosos de que algunos «amigos» terminen dando un disgusto al Gobierno y al PSOE. ¿Qué por qué éste temor? Pues porque el «caso Taguas», ya saben, el que fuera director de la Oficina Económica de Moncloa, hombre de Miguel Sebastián, fichado por el lobby de la construcción, está provocando un fuerte malestar en la familia socialista, por más que la disciplina les lleve a mantener silencio.

El Gobierno ha salvado la cara, parlamentariamente hablando, al haber conseguido que CiU les prestara sus votos para rechazar la moción reprobatoria presentada por Iniciativa per Catalunya contra el fichaje de Taguas por el lobby de las constructoras. Bien es verdad que antes el Gobierno se había exculpado a sí mismo a través del Ministerio de Administraciones Públicas, dirigido por la ministra Elena Salgado, que se ha cubierto de gloria avalando que el señor Taguas ha hecho muy requetebién en fichar por los constructores porque según su buen entender la ley no se lo impide.

Es más que discutible que la ley no se lo impida, pero lo que no es discutible es que desde el punto de vista ético el asunto no se sostiene en pie. Ahora la dirección del grupo socialista, con José Antonio Alonso a la cabeza, y desde luego el Gobierno, quieren pasar página del asunto Taguas y esperar a que a todos se nos olvide, amén de creer que tanto lío es cosa de los periodistas madrileños, que hay que ver cómo somos, sacando punta a todo, pero que en el resto de las comunidades, lo de Taguas no importa.

Ya digo que hay socialistas que en conversaciones de «pasillo» -y siempre «off the record»- muestran su inquietud porque el Gobierno, con el presidente Zapatero como principal protagonista, no haya sido capaz de mostrar la más mínima sensibilidad sobre éste asunto que causa escándalo. Pero ademas, ya digo, hay socialistas que observan preocupados cómo se están conformando nuevos grupos de poder demasiado cercanos a figuras socialistas relevantes.

El «caso Taguas» es de los que pasan factura, puede que no a corto plazo, pero sí en algún momento, y si no, al tiempo. Creo que al presidente Zapatero le está pasando lo que a otros presidentes, que por el mero hecho de ganar las elecciones por segunda vez creen que pueden hacer de su capa un sayo y terminan perdiendo sentido de la realidad porque empiezan a levitar. Alguien debería aconsejarle.

Se está organizando una nueva «beautiful people»? Ésa es la pregunta que se hacen algunos socialistas en voz baja, temerosos de que algunos «amigos» terminen dando un disgusto al Gobierno y al PSOE. ¿Qué por qué éste temor? Pues porque el «caso Taguas», ya saben, el que fuera director de la Oficina Económica de Moncloa, hombre de Miguel Sebastián, fichado por el lobby de la construcción, está provocando un fuerte malestar en la familia socialista, por más que la disciplina les lleve a mantener silencio.

El Gobierno ha salvado la cara, parlamentariamente hablando, al haber conseguido que CiU les prestara sus votos para rechazar la moción reprobatoria presentada por Iniciativa per Catalunya contra el fichaje de Taguas por el lobby de las constructoras. Bien es verdad que antes el Gobierno se había exculpado a sí mismo a través del Ministerio de Administraciones Públicas, dirigido por la ministra Elena Salgado, que se ha cubierto de gloria avalando que el señor Taguas ha hecho muy requetebién en fichar por los constructores porque según su buen entender la ley no se lo impide.

Es más que discutible que la ley no se lo impida, pero lo que no es discutible es que desde el punto de vista ético el asunto no se sostiene en pie. Ahora la dirección del grupo socialista, con José Antonio Alonso a la cabeza, y desde luego el Gobierno, quieren pasar página del asunto Taguas y esperar a que a todos se nos olvide, amén de creer que tanto lío es cosa de los periodistas madrileños, que hay que ver cómo somos, sacando punta a todo, pero que en el resto de las comunidades, lo de Taguas no importa.

Ya digo que hay socialistas que en conversaciones de «pasillo» -y siempre «off the record»- muestran su inquietud porque el Gobierno, con el presidente Zapatero como principal protagonista, no haya sido capaz de mostrar la más mínima sensibilidad sobre éste asunto que causa escándalo. Pero ademas, ya digo, hay socialistas que observan preocupados cómo se están conformando nuevos grupos de poder demasiado cercanos a figuras socialistas relevantes.

El «caso Taguas» es de los que pasan factura, puede que no a corto plazo, pero sí en algún momento, y si no, al tiempo. Creo que al presidente Zapatero le está pasando lo que a otros presidentes, que por el mero hecho de ganar las elecciones por segunda vez creen que pueden hacer de su capa un sayo y terminan perdiendo sentido de la realidad porque empiezan a levitar. Alguien debería aconsejarle.