Cuando anteayer por la noche me enteré de la detención de la cúpula de la ETA tuve un ataque de euforia como hacía tiempo no experimentaba. Ya, ya sé que ahora resulta que Cheroki no es el jefe de la banda como tantas veces nos habían asegurado, que algunos de los principales capos de esa mafia separatista aún están libres y que el Gobierno montó un circo mediático aun a riesgo de frustrar parte de la operación, pero eso no quita para que, supongo que al igual que otros muchos, haya exclamado «¡viva la Guardia Civil!». Siquiera como respuesta emocional al reciente asesinato de Juan Manuel Piñuel Villalón.

Más aun. El golpe a la ETA -como el golpe anterior de la ETA: el asesinato de Piñuel- muestra que las cosas están cambiando para mal y para bien.

Para mal porque los asesinos siguen a lo suyo y con más intensidad, ya que en el grado de gravedad de sus actuaciones se aprecia una escalada.

Para bien porque el Gobierno responde con mucha eficacia. Ya está en marcha una espiral -nunca me gustó el término, pero es útil- de acción y reacción, escenario que, al menos para quienes pensamos que la ETA es un tigre de papel si se va a por ellos de verdad, sólo puede conducir a una rápida derrota del terrorismo. Rápida, total y definitiva.

Insisto, el presidente Zapatero ha dado un giro radical en sólo unas semanas: redadas contra los que mueven el árbol y negativas para los que recogen las nueces.

No sé a qué espera para ir a la calle Génova y pedir el carné del PP. Y hasta la presidencia del partido ahora que está prácticamente vacante.

ZP mantiene las tesis y las prácticas exactas del PP en materia antiterrorista y en inmigración y en trasvases y en el sudoku nacionalista y en política exterior... en todo menos, como decía ayer, en relación con la Iglesia, y es que alguna diferencia debe haber. Ánimo, vaya a la calle Génova.

Cuando anteayer por la noche me enteré de la detención de la cúpula de la ETA tuve un ataque de euforia como hacía tiempo no experimentaba. Ya, ya sé que ahora resulta que Cheroki no es el jefe de la banda como tantas veces nos habían asegurado, que algunos de los principales capos de esa mafia separatista aún están libres y que el Gobierno montó un circo mediático aun a riesgo de frustrar parte de la operación, pero eso no quita para que, supongo que al igual que otros muchos, haya exclamado «¡viva la Guardia Civil!». Siquiera como respuesta emocional al reciente asesinato de Juan Manuel Piñuel Villalón.

Más aun. El golpe a la ETA -como el golpe anterior de la ETA: el asesinato de Piñuel- muestra que las cosas están cambiando para mal y para bien.

Para mal porque los asesinos siguen a lo suyo y con más intensidad, ya que en el grado de gravedad de sus actuaciones se aprecia una escalada.

Para bien porque el Gobierno responde con mucha eficacia. Ya está en marcha una espiral -nunca me gustó el término, pero es útil- de acción y reacción, escenario que, al menos para quienes pensamos que la ETA es un tigre de papel si se va a por ellos de verdad, sólo puede conducir a una rápida derrota del terrorismo. Rápida, total y definitiva.

Insisto, el presidente Zapatero ha dado un giro radical en sólo unas semanas: redadas contra los que mueven el árbol y negativas para los que recogen las nueces.

No sé a qué espera para ir a la calle Génova y pedir el carné del PP. Y hasta la presidencia del partido ahora que está prácticamente vacante.

ZP mantiene las tesis y las prácticas exactas del PP en materia antiterrorista y en inmigración y en trasvases y en el sudoku nacionalista y en política exterior... en todo menos, como decía ayer, en relación con la Iglesia, y es que alguna diferencia debe haber. Ánimo, vaya a la calle Génova.

Cuando anteayer por la noche me enteré de la detención de la cúpula de la ETA tuve un ataque de euforia como hacía tiempo no experimentaba. Ya, ya sé que ahora resulta que Cheroki no es el jefe de la banda como tantas veces nos habían asegurado, que algunos de los principales capos de esa mafia separatista aún están libres y que el Gobierno montó un circo mediático aun a riesgo de frustrar parte de la operación, pero eso no quita para que, supongo que al igual que otros muchos, haya exclamado «¡viva la Guardia Civil!». Siquiera como respuesta emocional al reciente asesinato de Juan Manuel Piñuel Villalón.

Más aun. El golpe a la ETA -como el golpe anterior de la ETA: el asesinato de Piñuel- muestra que las cosas están cambiando para mal y para bien.

Para mal porque los asesinos siguen a lo suyo y con más intensidad, ya que en el grado de gravedad de sus actuaciones se aprecia una escalada.

Para bien porque el Gobierno responde con mucha eficacia. Ya está en marcha una espiral -nunca me gustó el término, pero es útil- de acción y reacción, escenario que, al menos para quienes pensamos que la ETA es un tigre de papel si se va a por ellos de verdad, sólo puede conducir a una rápida derrota del terrorismo. Rápida, total y definitiva.

Insisto, el presidente Zapatero ha dado un giro radical en sólo unas semanas: redadas contra los que mueven el árbol y negativas para los que recogen las nueces.

No sé a qué espera para ir a la calle Génova y pedir el carné del PP. Y hasta la presidencia del partido ahora que está prácticamente vacante.

ZP mantiene las tesis y las prácticas exactas del PP en materia antiterrorista y en inmigración y en trasvases y en el sudoku nacionalista y en política exterior... en todo menos, como decía ayer, en relación con la Iglesia, y es que alguna diferencia debe haber. Ánimo, vaya a la calle Génova.

Cuando anteayer por la noche me enteré de la detención de la cúpula de la ETA tuve un ataque de euforia como hacía tiempo no experimentaba. Ya, ya sé que ahora resulta que Cheroki no es el jefe de la banda como tantas veces nos habían asegurado, que algunos de los principales capos de esa mafia separatista aún están libres y que el Gobierno montó un circo mediático aun a riesgo de frustrar parte de la operación, pero eso no quita para que, supongo que al igual que otros muchos, haya exclamado «¡viva la Guardia Civil!». Siquiera como respuesta emocional al reciente asesinato de Juan Manuel Piñuel Villalón.

Más aun. El golpe a la ETA -como el golpe anterior de la ETA: el asesinato de Piñuel- muestra que las cosas están cambiando para mal y para bien.

Para mal porque los asesinos siguen a lo suyo y con más intensidad, ya que en el grado de gravedad de sus actuaciones se aprecia una escalada.

Para bien porque el Gobierno responde con mucha eficacia. Ya está en marcha una espiral -nunca me gustó el término, pero es útil- de acción y reacción, escenario que, al menos para quienes pensamos que la ETA es un tigre de papel si se va a por ellos de verdad, sólo puede conducir a una rápida derrota del terrorismo. Rápida, total y definitiva.

Insisto, el presidente Zapatero ha dado un giro radical en sólo unas semanas: redadas contra los que mueven el árbol y negativas para los que recogen las nueces.

No sé a qué espera para ir a la calle Génova y pedir el carné del PP. Y hasta la presidencia del partido ahora que está prácticamente vacante.

ZP mantiene las tesis y las prácticas exactas del PP en materia antiterrorista y en inmigración y en trasvases y en el sudoku nacionalista y en política exterior... en todo menos, como decía ayer, en relación con la Iglesia, y es que alguna diferencia debe haber. Ánimo, vaya a la calle Génova.