La crisis del PP está adquiriendo aspectos esperpénticos. Que ante la sede del PP, en la madrileña calle de Génova 13, se manifiesten partidarios de Rajoy frente a sus detractores, es un espectáculo insólito. Y no es exagerado preveer que la guerra fratricida de la derecha puede acabar con el PP.

Mariano Rajoy está llevando a cabo, con un retraso de cuatro años, una necesaria renovación del PP. Es evidente que el Partido Popular necesita esa renovación, pero es igual de evidente que Rajoy la está acometiendo con tanta torpeza que va a terminar dinamitando su propio partido. Y es que la cuestión de fondo es que para renovar se necesita a alguien nuevo, o sea que resulta poco creíble que sea él el renovador cuando debería de ser el primer renovado.

Alguien engañó a Rajoy asegurándole que iba a ganar las elecciones, quizá por eso se negó en redondo a que le acompañen en las listas del Congreso otros dirigentes que podían ser su alternativa en caso de fracaso. O acaso lo hizo intencionadamente porque le ha cogido afición a lo de mandar y no quería que nadie le pudiera hacer sombra en el grupo parlamentario. El caso es que el PP tiene un problema y es que ni con Rajoy ni sin Rajoy tienen sus males remedio.

Si Mariano Rajoy deja la dirección del PP su partido se queda descabezado durante los próximos cuatro años, y este país se queda sin oposición. Pero por otra parte no puede seguir liderando el PP puesto que buena parte de su partido lo cuestiona y no lo quiere como líder. En mi opinión, Mariano Rajoy está haciendo las cosas de la peor manera posible, y cuanto antes debería de dar una solución al problema creado por él.

Insisto en la opinión de que el PP necesitaba renovarse, pero quizá Rajoy debería de haber esperado al congreso de su partido en junio, y sobre todo debería de haber abierto la posibilidad en ese congreso de que dentro de tres años, cuando en vísperas electorales se celebre el próximo congreso popular, los militantes del partido puedan elegir el mejor candidato.

A Rajoy le ha faltado la generosidad de anunciar que él solo iba a gestionar el partido hasta ese momento, y que lo intentaría hacer de la mejor manera posible, y que dentro de tres años los militantes podrían juzgar los resultados y desde luego elegir en primarias o como quiera que fuese al mejor de entre todos ellos para enfrentarse al PSOE en las urnas. Pero ya digo que Rajoy lo está haciendo todo rematadamente mal aunque tenga razón de fondo en que el PP se tiene que renovar.

Que un hombre como José Antonio Ortega Lara abandone el PP es algo que debería de llevar a la reflexión, y a la actuación inmediata, a Rajoy. Que María San Gil no se encuentre cómoda y también deje la dirección de los populares vascos, que Rodrigo Rato no quiera saber nada de Rajoy, y que en buena parte del PP haya un clamor contra su liderazgo sólo puede conducir al desastre.

Es evidente que si el PP hubiera ganado las elecciones nada de esto habría pasado, pero las ha perdido y no hay nada que separe más que la falta de poder.