La inundación de ayer llegó hasta el desván y, horror, se llevó aguas abajo el viejo diario donde tenía anotadas al detalle mis gestas en aquel París de Mayo del 68, así que de este lance acuoso y desgraciado paso de la rotunda historia a la magra memoria histórica: oh, dulces prendas por mí mal halladas... y como sigue cayendo agua a manta vamos a quedarnos incluso sin fabada. Pobres señas de identidad, de minorizadas a escuálidas.

Conclusión: el cambio climático es aún más grave de lo que decían, ya estamos en el recontracambio, que era lo que anunciaban los sesudos científicos en los setenta. De cabeza a una era glacial, indicaban. Pero, ay, resulta que empezó a ser más rentable -becas, congresos, viajes, ONG, publicaciones, cátedras, investigaciones...- decir que sube la temperatura y todos a una por esa sustanciosa vía.

Mayo, de María a Noé. Ni el tripremiado Al Gore -Príncipe, Oscar, Nobel: PON- pudo pronosticar tanta catástrofe. Por cierto, qué gran ecopacifista, llegó a bombardear una fábrica de aspirinas diciendo que se trataba de una base de misiles; explotó la mina más contaminante de América del Norte; consume veinte veces más electricidad que el ciudadano medio yanqui y cuando viaja -o sea, siempre- se desplaza en un avión privado gigantesco que gasta combustible y poluciona lo que no está escrito. Ahora, ya sin diario, tendré que leer su inmortal ensayo «Una mentira cómoda».

Espero que Ruiz Zafón -acabo de descubrir que es de derechas: por eso supera mil veces a toda la generación del 45, calibre del col que utilizan para atracar subvenciones, y de todos los «culturos» de cualquier tacha que lo odian, envidian y persiguen sin fatiga-, pues eso, espero que Ruiz Zafón dedique su próxima novela a explicar que el Mayo del 68 fue apenas una refriega entre bandas comunistas, y el cambio climático, su secuela más rentable... para ellos, claro.