Desde hace aproximadamente 40 años se ha estudiado el encuentro médico-paciente como un evento de comunicación interpersonal, principalmente en los países anglosajones. Lo que se revela durante el encuentro depende, en última instancia, de las acciones comunicativas que surgen directamente de los objetivos, habilidades lingüísticas, percepciones y emociones de los interactuantes, así como de las restricciones y oportunidades creadas por las respuestas de los participantes.

Se relacionan los patrones de comunicación médico-paciente con los atributos del paciente, del médico y su relación. Por ejemplo, los pacientes con mayor educación formal (educación universitaria) son más activos, se involucran más en la atención médica, son más comprometidos con el cuidado de su salud, tienen un mayor conocimiento sobre temas sanitarios, están más familiarizados con la terminología médica, y tienen predisposición a ser más expresivos verbalmente que los pacientes con menor educación formal. En un estudio llevado a cabo en Estados Unidos, se observó que los pacientes con educación superior habían entendido mejor las palabras del médico que aquellos con educación básica y media. Del mismo modo, también resultó que los pacientes de más nivel educativo planteaban más preguntas y proponían más opiniones; de igual manera, los pacientes más afligidos expresaban más sus preocupaciones. Por otra parte, se observó también en el estudio que los doctores se implicaban más con los pacientes de mayor nivel educativo con el fin de construir relaciones de colaboración o asociación. Con respecto a la edad, algunos estudios han encontrado que los pacientes de mayor edad suelen creer de una manera más firme, que el clínico está a cargo de la consulta y que es el responsable principal de las decisiones médicas. El estado de salud del paciente influye también en la comunicación en encuentros médicos. Por ejemplo, cuando interactúan con pacientes que están dentro de ciertos límites, más enfermos o tienen peor salud, los médicos suelen conducir su consulta de una manera más seria e interesada, centrarse más en los aspectos físicos de la salud (en oposición a preguntar sobre estilos de vida y bienestar emocional) y asumen mayor control sobre la consulta. Las adaptaciones comunicativas de los clínicos en respuesta al estado de salud del paciente pueden deberse a diversos factores, incluyendo su actitud (por lo general, negativa) hacia los pacientes gravemente enfermos, su frustración por prescribir tratamientos para condiciones de salud indóciles, y la necesidad percibida de centrarse más en causas fisiológicas y en las consecuencias de la pérdida de salud. Particularmente, los médicos piensan que los pacientes que no cuidan su salud -alcohólicos con cirrosis, fumadores compulsivos con enfisema terminal y personas masivamente obesas con diabetes- merecen menos atenciones, cuidados y tiempo de consulta que los que sí lo hacen.

En cuanto a los atributos del médico, se ha demostrado que influyen también en cierta manera en los patrones de comunicación en los encuentros médicos. La variable individual más estudiada ha sido la de género. Las doctoras, comparadas con los doctores, generalmente dedican más tiempo a sus pacientes y por consiguiente tienen consultas más prolongadas, proporcionan más explicaciones empleando información objetiva, se involucran más en la construcción de la relación con el paciente, expresan más interés en los aspectos psicosociales de la salud (emociones, estilos de vida, familia), hacen más preguntas de contenido biomédico, utilizan menos lenguaje técnico, son menos directivas, hacen menos conversación sobre la historia y el expediente clínico, y son más explícitas para establecer relaciones de confianza y de aliento. Los efectos del género en la atención médica concluye que las doctoras y las pacientes son comunicadoras más efectivas que sus homólogos masculinos.

Por otro lado, la acción comunicativa de médicos y pacientes durante la consulta se relaciona con diferentes consecuencias para el paciente, tales como la satisfacción con la atención médica, el compromiso con el tratamiento y la mejoría de la salud. Por ejemplo, las interrupciones del médico al paciente durante la consulta afectan muy negativamente su satisfacción y por consiguiente el cumplimiento de lo que les recetó el doctor. Debido a que los clínicos típicamente tienen considerable control sobre la interacción, no resulta sorprendente que su comunicación tenga un gran impacto en las respuestas del paciente. Un estudio que analizó lo que sucede durante los primeros 90 segundos de la consulta médica, encontró que sólo en el 23% de las entrevistas el paciente pudo responder totalmente a la primera pregunta formulada por el médico. En el 69% de los casos, el clínico interrumpió al paciente en los primeros 15 segundos de su respuesta inicial. Solamente en una de las consultas analizadas, el paciente tuvo la oportunidad de terminar su exposición. Ninguna de las explicaciones duró más de 2,5 minutos. Una réplica de este estudio llevada a cabo 15 años después, encontró que poco había cambiado con respecto a la atención que prestan los médicos a sus pacientes. Sólo en el 28% de las entrevistas, el paciente pudo terminar su exposición inicial y la explicación fue interrumpida o reconducida por el clínico en los primeros 23 segundos.

Se ha venido demostrando que los pacientes formulan más preguntas y ofrecen más opiniones cuando los médicos muestran conductas de colaboración. Por ejemplo, un estudio ha presentado que cuando el médico solicitó preguntas, el 65% de los pacientes hizo una pregunta. De los pacientes que hicieron preguntas, el 91,2% se sintieron en confianza con el médico y el 92% dijeron que habían entendido la respuesta. Este dato es de enorme relevancia a su vez por la influencia en la satisfacción del paciente y sus posteriores consecuencias. Cuando el médico es bien comprendido, la gran mayoría de los pacientes están de acuerdo con lo que les recetó el doctor, además de sentirse satisfechos con la atención del médico.

La consulta médica como forma de relación interpersonal conlleva diferentes estilos de comunicación médico-paciente, dando lugar en cada caso a diferentes resultados. Sin embargo, varias investigaciones en EE UU demostraron que para que el paciente dé su consentimiento informado en la interacción, es necesario que el médico le proporcione una clara explicación de la enfermedad o condición, así como del tratamiento sugerido y de los riesgos y beneficios esperados si el paciente sigue el tratamiento.