Más de 300.000 vascos exiliados por causa del terrorismo y del nacionalismo asfixiante no podrán votar hoy mientras que 350.000 gallegos emigrantes -¡algunos nietos de emigrantes!- que ni viven ni trabajan ni tributan en Galicia sí votarán por un procedimiento, además, plagado de dudas. Y aún dicen que España es una democracia.

Estaba en esas cuando me enteré de que en Oviedo acaban de inventar el plan en revisión permanente: el alcalde Gabino de Lorenzo, candidato cualificadísimo al premio «Príncipe de Asturias» de Juegos de Palabras. Que conste que la idea me parece acertada, pero ¿por qué un término de inequívocas connotaciones estalinistas?

En ese concepto revisionista se inscribe el nuevo Palacio de Justicia, que debería servir para reunificar la Audiencia y cerrar las salas mal unificadas en otras ciudades. Sucede como con la Universidad. La dispersión impide que se incorpore de verdad al proceso de Bolonia. Nadie se atreve a decirlo, pero es así. Los multiestudios, aunque aún muy reducidos, son un fracaso. No es fácil que un alumno de Ingeniería de Gijón curse una asignatura de Historia en Oviedo. Las mejores universidades del mundo -de las 50 primeras, 45 están en EE UU- así funcionan, por eso la de Oviedo, disparatadamente dispersada, quedará para siempre en niveles del Tercer Mundo. La justicia, lo mismo, hay que reunificarla. Y ya puestos, relanzar el Tridente de Calatrava. Lo boicotearon diciendo que arruinaba el entorno de la Cámara Santa. Vaya cara, ahí está el recrecido monstruoso del Museo Arqueológico de Oviedo a sólo 11 metros del relicario y con un millón de complicidades progres.