Corea del Norte ya no sabe qué hacer para armarla. Ayer mismo volvía a lanzar otro misil. Pero ¿a cuento de qué?

Los conspiranoicos sostienen que se está librando desde hace décadas una guerra fría/caliente, a escala planetaria, entre petroleras y nucleares. Campañas ecologistas, como aquella tan exitosa de «nuclear, no gracias», habrían estado financiadas por las petroleras y lo mismo el acoso a la hipernuclear Francia que, como nunca se anda por las ramas, puso una bomba y hundió el barco emblemático de los ecologistas.

El primer asalto fue ganado por las petroleras, pero en el segundo, en curso, llevan mucha ventaja las nucleares con su famosa campaña contra el cambio climático, así que contra las emisiones de CO2, así que contra el crudo y el gas. Las petroleras manejaban a Bush y las nucleares a Gore, que ahora con Obama se refuerzan. Sólo una catástrofe nuclear, que desprestigiase la energía atómica, podría salvar a las petroleras. Caben varias candidatas: un atentado terrorista contra una central, un conflicto a bombazo limpio entre India y Pakistán o entre las dos Coreas o...

Incluso la pelea, digamos limpia, se está agudizando. Los atlantistas progres -luego nucleares- piden que se mantenga Garoña, determinados sectores reclaman una moratoria de renovables y otros afirman que cada año mueren 315.000 personas por el cambio climático.

Como dijo Lenin, las guerras -sobre todo las calientes- se desatan siempre entre burguesías. Traduciendo, responden a intereses muy concretos y no a razones ideológicas de izquierdas y derechas, supuestos fundamentalismos religiosos o geopolíticas patafísicas.

Por cierto, ¿qué habrá decidido al respecto el Club Bilderberg, considerado el amo del mundo? Su reunión anual se celebró hace apenas dos semanas en Grecia. ¿Qué personalidades españolas acudieron a la cita? ¿Y si los conspiranoicos tienen razón?