Aquella aventura misteriosa de coger el coche o el autocar de la excursión y viajar a la playa o al monte sin saber si el día era propicio para el baño o la reconfortante caminata por los senderos de la cordillera Cantábrica se ha acabado. Antes de salir de casa ya puedes saber más que los «hombres del tiempo», que por cierto ya casi todas son mujeres. Solamente tienes que entrar en la web de LA NUEVA ESPAÑA y escoger alguna de las cámaras que tiene instaladas por toda Asturias, de momento cerca de noventa.

El invento no es nuevo, pero hasta ahora había instaladas webcams por algunos particulares y diversas entidades con intereses privados y sin tener en cuenta al público en general, digamos que estaban colocadas en puntos estratégicos para promocionar algún producto o resaltar propuestas concretas. También fueron instaladas muchísimas cámaras en las carreteras y las autovías de toda España, sobre todo en los accesos a las grandes ciudades, para controlar el tráfico o alertar a los automovilistas de los problemas de tránsito viario que se producen con frecuencia a las horas de entrada y salida del trabajo.

Había de todo. Hace años un danés colocó su cámara frente al mar en la zona atlántica de la costa de Dinamarca y gente de todo el mundo conectaba con su web para contemplar el mar y oír el murmullo de su continuo oleaje. Luego se abrieron muchas más cámaras en todo el mundo para todo tipo de aficiones y ocurrencias. Con las ventanas de lne.es la cosa cambia, se hace más práctica, puedes contemplar un paisaje o una plaza, programar una salida o testimoniar una presencia.

Aprendí la utilidad de estas cámaras cuando hace un tiempo mi hijo decidió celebrar su cumpleaños en lugares lejanos. Una vez le pudimos felicitar por teléfono mientras le contemplábamos en una calle de Nueva York. Otro año lo celebró en Roma y cada año en una ciudad distinta. También veo su utilidad en las secciones del tiempo de los informativos de televisión donde pueden asomarse a alguna de estas webcams para mostrar al espectador el estado puntual de un sitio concreto, donde se puede ver un sol radiante u observar la lluvia que cae en ese momento. Hace poco pude ver cómo llovía en Cudillero y la gente llevaba paraguas mientras en Ribadesella había personas bañándose en la playa a las siete de la tarde.

Días pasados, tras un largo viaje por tierras de Portugal y España, quería dar tranquilidad a la familia, inquieta en espera de nuestra llegada a Asturias. La forma más fácil de «certificar» el lugar donde nos encontrábamos fue acercarnos al campo de visión de una de las webcams de este periódico y avisar a la familia. Saludamos desde la arena de la playa de Barro.