Desde hace un tiempo ya tengo la extraña sensación de vivir en una isla. Y no es una cuestión tan retórica como puede parecer, no me refiero al aislamiento o la soledad personal que uno puede sentir en determinados momentos de su vida. En realidad mi isla no está rodeada de mar por todas partes, sino de líneas. De líneas imaginarias pero que me empieza a dar miedo pisar cada vez que me muevo por Avilés. Y es que es éste un concejo tan pequeño que es fácil salirse de sus límites.

Es cierto que cada región, cada pueblo, cada barrio, cada ciudad (cada comunidad de vecinos si me apuran) tiene su propia idiosincrasia ¿cómo no va a ser así si cada uno de nosotros somos diferentes?, pero también es cierto que nos va mejor cuando nos relacionamos, cuando compartimos experiencias y ampliamos horizontes (mismamente mientras hacemos cola en la pescadería o en la parada del autobús). Es esto lo que me hace no acabar de entender que los concejos que vivimos pegaditos no crezcamos codo con codo caminando hacia los mismos intereses.

Es posible que esta incomprensión mía sea fruto de la ignorancia, y entonces pido a quienes saben bastante más que yo mil perdones. Pero es que siempre he creído que nos iría mejor, en cuanto a servicios, a los ciudadanos si ayuntamientos como el de Corvera, Castrillón, Gozón, Avilés unificaran fuerzas y ofertas de bienestar a quienes los habitamos. Es incomprensible que la limpieza de determinado entorno, por ejemplo, no se realice porque depende de «a quien le toca» o «quien puede».

No nos vamos a llevar nada de esta vida, sólo tenemos lo que nos hace disfrutar. Cosas pequeñas a veces, cotidianas, como pasear por la margen de una ría limpia, o por un sendero que nos lleva a un pequeño bosque, o merendar al borde de un pantano, o ver cómo rompe el mar en los acantilados.

Cosas simples que son de todos, llamémonos avilesinos, gozoniegos, corveranos, etcétera, porque en ese rincón afectivo en que lo externo me pertenece, tan míos son los soportales de Galiana como el pantano de Trasona, la playa de Salinas o el Cabo Peñas. Tan míos como de todos ustedes o de cualquier visitante que se acerque por la zona a disfrutar de nuestro entorno. Eso sí, siempre que los tengamos bien cuidados y nos relacionemos como buenos vecinos que somos, no olvidemos aquello de la sestaferia, que tan buen resultado dio para esto de los servicios vecinales.