Una vez, cuando conocí personalmente a Mercedes «Cherines» Fernández, tuve que apartar a un despacho o dependencia aneja al que entonces era mi jefe para conseguir que aquella reunión con ella discurriera por la senda de una cierta normalidad. Como se trataba, y se trata, de una persona razonable -quien entonces era mi jefe, quiero decir-, aceptó la sugerencia y la leyenda de aquella anécdota fue adornándose con el paso del tiempo y el resultado, según las crónicas a día de hoy, es que yo encerré al jefe en un armario para poder verme con Cherines. Las leyendas siempre son más hermosas que la realidad de la vida.

Ahora que es síndica de cuentas, Mercedes Fernández hace de agente política para Álvarez-Cascos Fernández. La supuesta vuelta a la política del prócer tiene dos o tres virtudes: asusta a los propios locales que ya le creían amortizado y así tienen un oscuro temor ancestral más para el morral donde guardan sus viejos demonios familiares; pone nerviosos a los que ya se veían como sucesores cantados de Ovidio Sánchez al frente de las mesnadas asturianas de estribor y, por fin, ayuda a centrar la cuestión a quienes por estribor circulaban alegres y confiados más dedicados a ponerse chinchetas en el camino en el pasillo de su casa común.

Tantas ventajas no podían llegar sin algún inconveniente: deja a Cherines a los pies de los caballos, bien porque la proverbial insaciabilidad de Godzilla, de corte saturnal, a la hora de exigir sacrificios en aras de viejas -y por lo visto renovadas- lealtades no ha parado en barras o bien porque el entusiasmo de la interesada la ha llevado a cumplir un papel que, por lo menos estéticamente, no le correspondía en virtud de su actual ocupación institucional. De hecho, ya lo ha venido haciendo durante los últimos meses desde la Sindicatura y este último traspié ha sido aprovechado rápidamente por sus oponentes para incidir en la cuestión y, por ello, todo apunta a que, salga como salga la operación retorno, algún puesto de gobierno en la actual Sindicatura cambiará de titular: la atmósfera ya está lo suficientemente enrarecida y más si se sustancia el retorno, porque entonces y además algo iba a pasar con Gabino, como históricamente ha venido sucediendo, que precipitase los acontecimientos.

Independientemente de la idoneidad de la mensajera del gran hombre, la cuestión de fondo tiene su miga: no estaría nada mal que tan formidable personaje compareciera como candidato regional en 2011. Hay quienes ya se regocijan sin recato sólo con pensar en la posibilidad. Otra fantasía es que lo hiciera en calidad de cabeza de lista para la Alcaldía de mi pueblo: Ruiz-Gallardón por Madrid y Cascos por Gijón, dos valores seguros. Asentada Esperanza a la comunidad que acoge la villa y corte, queda la más que probable y cercana en el tiempo vacante valenciana: siempre nos quedaría Rodrigo -Rato, por supuesto- y, entonces, sí que Rajoy iba a saber de verdad lo que eran los barones.