Discuto cortésmente con un querido pariente y destacado economista sobre la estructura del Estado en España y sobre la financiación de las comunidades autónomas, que cambia cada poco según ocupe el Gobierno uno u otro de los dos grandes partidos; es decir, PP y PSOE.

Cuando alguno de esos dos partidos goza de mayoría absoluta, el asunto se arregla teniendo en cuenta el equilibrio de poder dentro de la propia organización, una vez oídas las baronías regionales más influyentes. Y si gobierna en minoría, hay que pactar con los partidos nacionalistas, que aquí funcionan impropiamente como partidos «bisagra», por causa de una sobrerrepresentación parlamentaria propiciada por una legislación electoral injusta y poco equitativa (en alguna ocasión, Izquierda Unida, con más votos populares, ha obtenido menos diputados que Convergencia i Unió, o que Esquerra Republicana, con muchos menos).

El querido pariente y destacado economista es totalmente partidario del llamado Estado de las autonomías, porque estima que el centralismo, en España, siempre ha sido dictatorial y madrileño, mientras que el Estado autonómico ha sido siempre democrático, gracias, sobre todo, al influjo de los centros de poder periféricos, burgueses, dinámicos y sensatos. Intento hacerle ver que un sistema que cambia de criterios de financiación continuamente, y fomenta el caciquismo burocrático, no es muy fiable, pero no me hace caso. Además, le hago ver que el autonomismo madrileño ha propiciado la creación de una macrociudad que engulle a pequeñas capitales de provincia próximas, a medida que avanza la red ferroviaria del AVE. Esfuerzo baldío. El parentesco y los conocimientos en economía le dan una sensación de aplastante superioridad.

Ya un poco a la desesperada, recurro a citar puntos de vista ajenos sobre el mismo tema. Por ejemplo, la opinión de don Carlos Losada, recogida hará cosa de un mes en «La Vanguardia». Según el director general de Esade, hasta dos personajes aparentemente tan opuestos como don José María Aznar y don Felipe González están de acuerdo en afirmar que el actual modelo autonómico «estorba la adopción de medidas eficaces contra la crisis económica porque desarticula la unidad del mercado nacional». Al respecto, el ex presidente del Gobierno socialista aún es más contundente. Cito textualmente: «Se está revelando tozudamente que no es verdad que los poderes públicos más cercanos al ciudadano sean quienes ejercen mejor las competencias».

El querido pariente y destacado economista ni se inmuta. «¿Si creían en eso -replica- por qué no arreglaron el problema cuando gobernaban?». Y yo qué sé. Todos los políticos se vuelven sensatos cuando dejan el poder.