El ministro de Justicia acaba de lanzar un globo sonda sobre la ley de Libertad Religiosa que el Gobierno prepara. Recordemos que el artículo 16 de la Constitución española garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público.

Según Caamaño, serán retirados todos los símbolos religiosos en los colegios públicos, lo que parece que también se intentará en los concertados, y advierte de que se regulará lo religioso en cuarteles, escuelas y hospitales, así como la libertad de conciencia, (!) y se modernizará el registro de organizaciones religiosas, todas en plano de igualdad.

Como todo esto ya está regulado en la Constitución, los tres Acuerdos de 1979 y las disposiciones de su desarrollo, el Gobierno parece entender que con su ejercicio puede peligrar el orden público.

España «ha evolucionado muchísimo», asegura el Ministro, y es ya un país «moderno y libre», por lo que daremos «un paso adelante», lo que de modo subliminal da la razón a quienes como Blanco, de la Vega y el mismo ZP, entre otros, se han servido calificar a los católicos -media España- como casposos, retrasados y retrógrados.

No nos engañemos, podrá gustar o no, pero estamos ante una feroz ofensiva laicista de piñón fijo, similar a la cruenta persecución de los años 30, pero esta vez como de guante blanco, en el fondo un torpedo bajo la línea de flotación del catolicismo español. No sólo de la Conferencia Episcopal, cuidado.

Mas que no cunda el pánico porque da la impresión de que será respetado el patrimonio histórico-artístico. Siempre nos quedarán las catedrales.

Bueno, supongo (la de Oviedo sufrió un amago de voladura y un cañonazo en la torre).