El concierto del cantante colombiano Juanes en ciudad La Habana, en un sitio tan señero y emblemático para los mandamases del régimen cubano como es la plaza de la Revolución, programado para el próximo 20 de septiembre, ha desatado ríos de tinta en las últimas fechas. Para unos, es un claro signo de apoyo político a la dictadura de los hermanos Castro, Raúl y Fidel, tanto monta, monta tanto, que cumplen su cincuentenario aferrados al poder en la conocida, antaño, como la Perla del Caribe; para otros, puede ser la llegada de un enorme ventanal de aire fresco sobre las mentes de gran parte de los sufridos ciudadanos de la caribeña isla centroamericana.

Hace unos años su Santidad el Papa giró una histórica visita a la isla de Cuba, después del tortuoso camino que hubo de recorrer la propia Iglesia de aquel país a lo largo de la dictadura castrista. Quienes esperaban que, a raíz del viaje de Juan Pablo II, se abriese al mundo aún continúan aguardando a que se cumpla ese mensaje. ¡Mira qué ha pasado tiempo desde entonces! Poco, o nada, cambió la situación, más bien ha ido para peor. Los defensores acérrimos del sistema dictatorial cubano, izquierdistas de cuño, seguro que siguen insistiendo en el bloqueo imperialista o en todo lo que huela a «yankees», como principal causa del desaguisado que se vive -sin que los residentes puedan viajar al exterior, salvo autorización expresa gubernamental- en Cuba.

Más que un evento musical, bajo la palabra paz, el concierto que ofrecerá Juanes en La Habana, si nada ni nadie lo impiden, a buen seguro que pondrá un punto de esperanza, o de reflexión, para quienes sueñan con la libertad dentro de propia isla. Ojalá que las denominadas Brigadas de Acción Rápida «descansen» ese 20-S y no impidan a los ciudadanos cubanos explayarse a sus anchas. Sin duda, una difícil papeleta la que se le presenta al Partido Comunista de Cuba y, por ende, al Gobierno de Raúl Castro. ¿Abrirse al mundo? La música puede llegar a mover montañas, así como desparramar grandiosas brisas de libertad. Lo que no consiguió el Vaticano, a lo mejor, y salvando las lógicas distancias, lo logra el colombiano Juanes y sus acompañantes.

Víctor Manuel y Ana Belén ya movieron ficha para tratar de sumarse al acto, siempre que los inviten. Me parece una postura elogiable, aunque me temo que evitarán, como buenos «progres», entrometerse en la vida política cubana. Les resulta más fácil y cómodo arremeter contra la «gusanera» de Miami, obviando que Cuba cuenta en la actualidad con dos millones de exiliados fuera de su país natal, algunos en el oriente asturiano. No entraré en radicalismos baratos, pero muchos de esos cubanos -¿sería comparable a lo ocurrido con los miles de españoles exiliados por el franquismo?- se vieron obligados a abandonar su patria, hastiados de la dictadura castrista, que acabaría por desunir a familias enteras. Hoy en día, todavía ciertos privilegiados de la élite cubana -deportistas, artistas, altos cargos?- siguen aprovechando la salida del «paraíso» por motivos profesionales para, tras burlar el control policial al que suelen estar sometidos en sus viajes, solicitar asilo político en otros países. ¿Por qué será?

Lo del vecino del Norte (USA) resulta cansino, sobre todo al cumplirse medio siglo del triunfo de la Revolución castrista. El nuevo presidente estadounidense, Obama, cae bien, mucho mejor que sus antecesores, a la nomenclatura cubana. No obstante, el espaldarazo al régimen de Raúl, tal como esperan los sectores extremistas de Miami, puede llegar a convertirse en un demoledor efecto «boomerang» sobre el Gobierno de la isla. Se trata de una excelente oportunidad para los que viven dentro del «paraíso» de escuchar a Juanes, como artista; aunque, por otra parte, servirá para exigir al Gobierno de los Castro, me temo, que arriben a la isla aires de libertad. Los medios de comunicación internacionales estarán pendientes lo que acontezca ese 20-S. ¿La enésima oportunidad de abrirse al mundo? Una más, pues todo va a continuar igual. Eso sí, bajo un régimen totalitario? de izquierdas.