Acaba de publicarse una Comunicación de la Comisión Europea sobre la situación del sector lácteo en la UE -«Dairy Market Situation 2009», COM (2009) 345/4, 22 de julio de 2009- en la que se realiza un diagnóstico de la situación del sector y se indica lo que se está haciendo y lo que no se va a hacer. Como se verá, «hay una línea trazada» en lo que respecta a la evolución del precio de la leche y de ella no nos separará la crisis actual.

El gráfico 1, tomado de dicha Comunicación, sirve para mostrar de dónde venimos y hacia dónde vamos. Empezando por la tendencia, el precio de intervención de la leche (línea continua fina) es la mejor referencia que podemos utilizar para aproximarnos al precio que habrá en los próximos años. Dicho precio es la mejor referencia ya que establece el suelo del precio de la leche comunitaria (línea continua gruesa) en un entorno internacional en el que el precio mundial (línea discontinua) es, en general, inferior. Dicho de otra manera, si no hubiera dicho precio de intervención el precio de la leche bajaría todavía más, hasta situarse en el nivel mundial. Pues bien, dicho precio de intervención nos dice que el precio de la leche seguirá bajando de forma escalonada, paso a paso, desde el nivel de 282 euros la tonelada de principios de la actual década hasta los 215 del final de la misma.

Así pues, sabemos ya que, si se mantienen las tendencias y los niveles actuales, el precio percibido por el productor de leche bajará en la presente década, y eso ocurrirá a pesar de que dicho precio no ha ido por dicha senda durante algunos años. Así, frente a la tendencia a la baja esperada, lo que se observa es que el precio percibido por el ganadero se mantuvo relativamente estable hasta 2006 y que en 2007 y 2008 experimentó una fortísima subida, para derrumbarse desde mediados de 2008, con lo que en los primeros meses de 2009 se ha situado en un nivel inferior al del período 2003-2006. Procede, pues, explicar esa fortísima caída registrada por el precio de la leche en los últimos meses, pues ella es la causa que late tras el malestar existente en la actualidad en el sector. A este respecto, lo primero que quizá convenga señalar es que, a pesar de la fortísima caída habida en los últimos meses, el precio percibido por el ganadero sigue estando por encima del precio de intervención (247 euros la tonelada frente a un precio de intervención de 215). Esto significa que la bajada actual estaba anunciada: si uno se olvida momentáneamente de los precios de los años 2007 y 2008 y prolonga la línea de precios de los años 2005 y 2006 se encuentra con el precio que está habiendo en 2009. Además, observa que esa línea que acaba de trazar imaginariamente es más o menos paralela al precio de intervención, que, tal y como ya se señaló, es el determinante en última instancia del precio percibido por el ganadero.

En definitiva, lo que llama la atención es la fuerte subida del precio en 2007 y 2008 y no la caída que está habiendo desde mediados de 2008, que es, al fin y al cabo, la vuelta a los precios que cabía esperar. En todo caso, centrándose en la caída actual, que es lo que más preocupa al ganadero, procede señalar que, según se señala en dicha Comunicación, el derrumbe actual de los precios se debe básicamente a la demanda y no a la oferta. Esto es, podría darse el caso de que el aumento de la producción (la oferta) ocasionado por el incremento de las cuotas lecheras fuera la causa del hundimiento del precio, pero no ha sido así: la producción comunitaria ha aumentado muy poco (un 0,5% desde abril de 2008 hasta abril de 2009), con lo que la bajada del precio debe atribuirse a otros factores: por una parte, al aumento de la producción (la oferta) en algunos de los principales países exportadores del hemisferio sur (Nueva Zelanda, Australia, Argentina, Brasil) y, por otra parte, a la fuerte caída de la demanda. Así, por poner un ejemplo destacado, la demanda de quesos se redujo un 7,8% en 2008 y un 12,3% en los primeros tres meses de 2009 y, como se señala en dicha Comunicación, «la UE se ha visto afectada especialmente por esta dinámica, al ser el mayor exportador de queso». En síntesis, la caída del precio percibido por el productor de leche es uno de los múltiples efectos de la crisis actual, a través de su impacto negativo sobre la demanda de derivados lácteos.

En dicha Comunicación se indica lo que sí se puede hacer y lo que no se va a hacer. Respecto a lo primero, se puede hacer lo que ya se está haciendo (ayuda al almacenamiento privado, restituciones a la exportación, compras de intervención, entre otras muchas medidas) y, además, se puede mejorar la competencia y la transparencia del mercado. Así, desde un punto de vista teórico, la dinámica del precio percibido por el productor de leche depende, como ya se ha visto, de la demanda y oferta mundiales, pero depende también de la transmisión del precio entre los productores, la industria y los consumidores. Esto es, en tiempos de crisis el consumidor demanda menos lácteos y ello debería llevar a la caída del precio de los lácteos en los supermercados y, al final y como consecuencia de la bajada de precios que tendría que realizar la industria, a la caída del precio percibido por los ganaderos. Pues bien, no se observa esta transmisión de precios: la leche baja en la explotación pero no baja en el supermercado (en el conjunto de la UE, el precio percibido por el productor de leche ha bajado un 28% entre el cuarto trimestre de 2007 y el primer trimestre de 2009, mientras que el precio pagado por el consumidor ha subido un 4%). Esto no es una broma, ya que lleva a que los consumidores no se beneficien de la bajada del precio percibido por los productores, con lo que no aumenta la demanda de lácteos y, consecuentemente, se ralentiza la recuperación del sector. En definitiva, «la cadena de la oferta de lácteos de la UE no funciona eficientemente» y de ahí que en la Comunicación reseñada se apunte en dos direcciones: por una parte, «las autoridades de la competencia, tanto al nivel de la UE como al nivel nacional, deberían permanecer vigilantes y cooperar realmente con la vista puesta en cualquier práctica potencialmente anticompetitiva que pueda afectar a los mercados lecheros» y, por otra, «se debería animar a los ganaderos a trabajar juntos para mejorar la eficiencia de sus operaciones incrementando sus economías de escala y alcance. Esto podría contribuir también a reforzar su poder compensador respecto a los grandes procesadores y detallistas».

Termino señalando de forma muy telegráfica lo que, según dicha Comunicación, no se va a hacer: primero, no se dará marcha atrás en lo que se refiere a la regulación de las cuotas; segundo, el aumento de los precios de intervención no es una alternativa, ya que, entre otras razones, «tal política sería una reversión total de las reformas de la PAC realizadas en los últimos quince años». En definitiva, la respuesta ante la crisis actual es que se ayudará a los ganaderos en todo lo que se pueda, pero que dichas actuaciones paliativas no alterarán el rumbo: «se respetarán los resultados del chequeo médico y, consecuentemente, se excluirán los cambios de política debidos a las dificultades de corto plazo», ya que «el cuestionar esta política sólo creará incertidumbre y retraso en el proceso de reestructuración, sin prestar ningún servicio a los muchos productores de leche que necesitan una orientación clara en lo que respecta a sus planes para el futuro». En síntesis, en lo que respecta a la evolución del precio percibido por los ganaderos «hay una línea trazada» y la crisis actual no la cambiará. En este contexto, la pregunta que cabe hacerse es si, como señala la popular canción asturiana, la inevitable reestructuración del sector pasa por San Martín del Rey Aurelio (Galicia) y La Collada (la cornisa cantábrica).